Wednesday, December 10, 2008

El Manual de Serrano

Justo cuando uno comienza a sentir que el asunto de la familia se está pareciendo demasiado a una empresa, el matrimonio a una sociedad y las conversaciones con el marido a sesiones de directorio. Justo cuando uno celebra diez años de matrimonio en medio de la época más pesada de un año particularmente particular, fue salvador encontrarme con un artículo sobre los matrimonios que permanencen juntos y contentos y sobre lo que su autora cree distinguir como las causas de esa permanencia sana en el tiempo. Nunca he sido fan de la Revista Ya, pero los martes en la mañana me devoro, con café de grano y marraqueta, las columnas de la Paula Serrano. Me gustan, porque son simples y se enfocan en los sentimientos. Ella tiene, como sicóloga, eso que uno aprecia en los curas que predican aterrizado, para pobres mortales, con ejemplos de la vida real y no con la pura teoría. Lo que sigue es un resumen de ese artículo.

La Amistad. Son estables las parejas que, además de amarse eróticamente, han conseguido ser amigos. Con los buenos amigos uno comparte fragilidades, miserias, miedos y equivocaciones sin temor a la venganza o el uso de esa información en nuestra contra y puede transitar por tiempos de cercanía y lejanía que no alteran el sentimiento base. Como la vida es larga, una pareja que es amiga tolera mejor los tiempos difíciles, donde el amor parece estar perdido o difuminado.
Proyectos Comunes. En tiempos de crisis, proyectos distintos de la familia, que distraen de lo más inmediato, ayudan a darle al tiempo una cierta alegría, entretención, sentido de futuro.
Vida Sexual. Es importante haber tenido alguna vez una vida sexual feliz y plena a la cual poder soñar volver algún día. El recuerdo del hombre y la mujer que alguna vez fueron es importante como material básico del que carecen las parejas que no lo vivieron. Es un capital que quedó invertido y que dará dividendos más tarde, cuando los hijos crezcan y la libertad aumente.

Sentido del Tiempo. Aguantar más que amar, porque alguna vez nos amamos, parece ser la consigna. El sentido de futuro, donde habrá una historia compartida, hijos, nietos, dolores, pérdidas y mucha compañía solidaria, más que pasión o amor emocional, ayuda a muchos a pasar por desiertos amorosos, abandonos, desengaños y hasta traiciones y agresiones inútiles. Esa apuesta, que es un acto de fe, pero también un uso de los dividendos de lo invertido con tanto esfuerzo, también ayuda.

La Ternura. El amor tiene, en el largo plazo, un componente de ternura muy importante. La ternura ante la sencilla miseria de ser hombres y no dioses. Las parejas que no develan al otro, sino que juegan el juego de apariencias que el otro necesita tienen una ternura que nace del más profundo de los amores que ha hecho una apuesta a largo plazo, que supone que tras las caídas habrá una nueva posibilidad.

Evaluaciones Como Hitos, No Como Constantes. Los enamorados del amor, más que de un otro concreto, suelen estar en eterna evaluación del amor. Resulta que no todo lo que ocurre en la vida del otro se relaciona con la pareja. Las personas tienen biografías previas a su vida en pareja, necesidades, actitudes, evasiones y negaciones que nada tienen que ver con el amor. Los egocéntricos, los narcisos, los enamorados del amor como distracción de sus propias vidas, tienen pocas posibilidades de resistir una relación de largo plazo, porque todo es siempre sobre ellos, nunca sobre el otro. No pueden ser compañeros de ruta de un otro de verdad.

La Independencia. El respeto por la vida de la pareja no es moderno, es constitutivo del amor y del matrimonio. Independencia no es libertad de acción. Es más bien la aceptación de las costumbres, gustos y mañas del otro, no para corregirlas, sino para aceptarlas como un acto básico de independencia.

El artículo termina con unas conclusiones que aunque medio esperanzan, medio espantan, al menos iluminan. Al final, igual que con la crianza de los hijos, uno actúa por buena fe, por intuición, pero harto a ciegas y con el permanente fantasma de que por involuntarios e incluso inadvertidos desvíos, un día sea demasiado tarde para corregir el curso. Dice Serrano que "parece ser que hay dos grandes momentos en los buenos matrimonios: los primeros años y los últimos. La juventud del amor y su madurez. Y ambos se definen por la misma variable: la libertad. Se es libre al comenzar, antes de los hijos o con hijos pequeños y se es libre al final, cuando los hijos crecen y estar juntos se renueva como una nueva práctica. Entonces, tal vez la felicidad conyugal se relacione con la libertad y la estabilidad conyugal con la capacidad de esperar la felicidad que vendrá. Es un misterio. Pero parece ser que los que aguantan el intermedio son muchos, son buenos y también los hay que son felices." Artículos como este dan una idea de lo que uno, que ya está embarcado en el proyecto de hacer matrimonio y familia, y que quiere hacerlo lo mejor posible, puede encontrarse en los próximos años. No hay trucos, no hay atajos. Como decía Pelao, hay que navegar no más.

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