Friday, May 26, 2006

Zonic Youth

Entre las críticas más frecuentes a las novelas de ex chicos y chicas Zona De Contacto está el seguir algo pegados en temas propios de la adolescencia, bordeando, ya de de ida o de vuelta los treinta, que como primer intento sus libros no dan la talla y que sus obras son literatura “pop”.

Yo tenía unos veinte cuando me encontré con la Zona y el enganche fue inmediato. Más allá de la entonces choreza de aparecer en El Mercurio o de ser plataforma para una posible carrera literaria en el caso de los que estaban adentro, creo que la Zona tuvo efectos poderosos en gente que estaba al otro lado. Cuando uno leía lo que escribían Ayala, Merino, Bianchi y los otros del comienzo, se producía una especie de identificación muy distinta de la que generaba el leer a los tradicionales escritores chilenos, eternamente precedidos de su aura intelectualoide, serios y profesionales, académicos, si se quiere. No estoy comparando peras con manzanas ni columnas juveniles con Donoso. Más bien digo que leer en el diario lo que escribía un compañero de curso o el amigo del amigo, producía un efecto de cercanía y validaba de alguna manera una serie de pensamientos y sentimientos que rondaban nuestras cabezas en esos tiempos. Y cuando ellos citaban o recomendaban libros, uno partía corriendo a la librería o a la biblioteca de la universidad.

Lo que yo veo es como un rollo nacional con el deber ser de lo que se publica. Que si no es algo cabezón, sórdido o retorcido, no vale nada. Como que escribir sobre cosas de cada día, sobre sentimientos cotidianos, sobre lo que le pasa a todo el mundo es basura. Pero esas cosas y sentimientos, como bien dijo una chica zónica, son constantes. Están o pueden estar con nosotros hasta el último día. Por otra parte, veo que seguimos con el cuento de que la primera vez debe ser buena. Sí, a algunos les pasa, pero claramente no es obligación. Hay casos de primeros discos malos y carreras eventualmente brillantes. ¿De verdad alguien encuentra que las primeras canciones de los Beatles son comparables al contenido del Album Blanco? Pasa en el cine también. Para qué hablar de la pintura. Dicen que Van Gogh tuvo una única clienta en su vida, que le compró un solo cuadro. Aunque sus biógrafos lo desmienten, sí es cierto que pasaba hambre, frío y estrecheces. Y hoy Los Girasoles tiene el record de ser la pintura transada por el precio más alto de la historia. Y mucha de la música que hoy conocemos como docta era música para entretener a la gente. Música para las masas. O sea, pop.

La Zona nunca fue mi religión, pero influyó decisivamente en mis ganas por aprender, leer cada día más, abrir mi mente y salir a fisgonear por el universo. La tríada Zona-Rock&Pop-IPC fue un detonador de la creatividad para mucha gente que conozco. Y más de alguna vez leer lo que escribía gente común y corriente me hizo sentir bien. Pensar que en el colegio era lectura obligatoria El Niño Que Enloqueció de Amor. Sinceramente, no creo que eso sea literatura chilena de calidad. Y preferiría que mis hijos leyeran columnas de la Zona a la edad que yo me angustié con ese libro. Lo que quiero decir es que no veo que haya más “cultura” en Gracia y el Forastero, Hijo de Ladrón o Golondrina de Invierno que en lo escrito por la gente de la Zona. Tampoco hay mucha entretención que digamos en Gran Señor y Rajadiablos o en Recuerdos del Pasado.

Yo partiría por no meter a toda la gente de la Zona en el mismo saco. Después de todo no son tantos los que han escrito novelas. Algunos son columnistas informados y de lectura accesible y agradable y uno pensaría que de escribir ficción saldrían con algo interesante. Por lo demás, son otros tiempos, la vida cambia y la gente cambia. Uno quiere leer sobre otras cosas. Si lo pienso bien, salvo Pacha Pulay, no recuerdo un libro chileno que me haya entretenido de verdad. Y eso es lo que uno quiere. Para llorar o angustiarse están los noticiarios. Para sumirse en densidades hay literatura de sobra. Necesitamos con urgencia que más personas lean. Apostaría mi cabeza a que si más gente leyera, hartas cosas serían diferentes. Entonces, ¿por qué atentar contra la iniciativa de leer con críticas lapidarias a una primera novela? ¿Por qué restarle valor a esos libros que lo hacen a uno pasar un buen rato? Yo pienso que mientras más gente lea, mejor operará la darwiniana selección natural y más gente con criterio propio andará por la calle. Y eso sí que es necesario por estos días. Sin ánimo de ofender a nadie, lo que necesitamos es más entretención y menos Coronación.

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