Friday, May 19, 2006

To France

Descubrí con espanto que nunca escribí sobre mis días en París. Sin embargo, tengo imágenes luminosas de la ciudad en mi cabeza, a las cuales puedo creer. El espacio, la sensación de amplitud, completo opuesto de la estrechez de Londres y herencia de una planificación visionaria de la ciudad; el recuerdo del olor a pasto por la mañana, a los pies de la Torre Eiffel; los Gin Blossoms en mi walkman, mis catedrales y capillas góticas y las estatuas de Saint Michel, el ángel con armadura que somete al dragón.

Crucé a Francia desde Inglaterra. Cuando chica leí en la revista Ercilla que estaban construyendo un túnel bajo el Canal de La Mancha por el cual pasaría un tren, que podría tomarse en el centro de Londres y dejarse París. El EuroStar.

Paris es todo lo que dicen que es. Clichés aparte, es imposible no pensar en recorrerlo de a dos, es inútil resistirse a la magia. También es cierto eso de que se hace algo familiar, no sólo porque Santiago clonó varios de sus edificios y paisajes, sino porque compartimos el mismo Metro. Lo que sí, para mi gusto, no todas las copias de edificios han sido acertadas. La iglesia de los Sacramentinos se basó en el Sacre Coeur con un resultado bastante aceptable. Pero no se puede decir lo mismo de la iglesia de torre gótica que se levanta muy cerca de la ribera norte del Mapocho. Me gustaba mucho de chica, hasta que descubrí que era de cemento. Y una iglesia gótica no puede ser de cemento.

Aunque los historiadores del arte se han peleado por un buen rato y los alemanes lo reclaman como original, todo parece indicar que la cuna del gótico es Francia. Antes de visitar las catedrales yo pensaba que eran oscuras. Principalmente porque casi a todas el tiempo las ha ennegrecido por fuera. Pero resulta que por dentro son blancas y a ratos parecen explotar de tanta luz que entra por las vidrieras de colores. Tienen algo medio fantasmagórico, están llenas de tumbas y huelen algo a moho. Pero uno no puede quedarse indiferente ante la maravilla que hicieron con la piedra quienes las construyeron. Una catedral es como un rompecabezas en 3D. Notre Dame comenzó a ser construída cerca del año 1100 y su construcción duró unos 200 años.

Se supone que el estilo gótico, con sus contrafuertes y arbotantes a la vista de desarrolló en parte como una respuesta práctica a la necesidad de sujetar los muros, cuya mayor parte son vidrieras y que además deben soportar el peso de la bóveda de piedra. Se decía que a una catedral, que se alzaría majestuosa hacia el cielo, debía entrar a raudales la luz de Dios, fragmentada en mil colores. Como para eso los muros debían ser extremadamente delgados, había que buscar una forma de que no se desplomaran con el peso de la bóveda. Así que decidieron poner elementos de sujeción y reparto del peso por fuera. Las primeras catedrales góticas tienen elementos externos más bien toscos, casi netamente utilitarios, pero a medida que los constructores fueron evolucionando, los contrafuertes y arbotantes se fueron transformando en obras de arte en sí mismos.

Algunos dicen que la arquitectura de Notre Dame está un poco desvirtuada, porque desde que se inició la construcción se le han agregado algunos elementos que no calzan del todo con el estilo originalmente proyectado. Hoy tiene una aguja y otras adiciones que los puristas y los esotéricos, sobre todo, detestan. Lo sepa uno o no, es una de las catedrales más hermosas del mundo. Además, eriza la piel pensar en todo lo que ha pasado ahí. Antes que se construyera la Catedral, ya había existido ahí un templo a Júpiter y luego una iglesia románica. Sobrevivió a todo tipo de saqueos, a la Revolución, y hasta se usó como bodega de forraje para animales. En Notre Dame se autocoronó Napoleón. Y bajo esa bóveda que uno no puede dejar de admirar, se casó Mary Queen Of Chance, que sí llegó a Francia.

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