OMG
Que conste que no lo digo yo: "The greatest feeling when listening to a song for the first time is the chilling sensation of goose bumps surfacing on every inch of skin. This embryonic reaction is common among most music enthusiasts, especially when all other distractions are blocked out and the artist has your upmost attention and reverence." Así parte la reseña que leí en Internet para el disco de una banda gringa llamada Sun Airway.
Estoy en mi auto, sola, con un sandwich y una bebida y pienso que no habrá un mejor momento para escuchar History Of Modern, el nuevo disco de OMD. Cuando oí de él hace unas semanas pensé que las canciones de sus discos a partir de Sugar Tax nunca llegaron a gustarme. Ninguna capaz de superar a Enola Gay y los recuerdos que cuelgan de ella. Ninguna a la altura de Dreaming, con esa intro que hace saltar las imágenes de recreos en el patio del Campus Oriente, los primeros días de mi primer año. Ninguna como Maid Of Orleans un domingo de lluvia con la Jime, dibujando iglesias de Providencia, hablando, hablando y hablando. Y más mejor que no siga. Así es que con una mezcla de impaciencia con plegaria conecto mi iPod y espero.
Por estos días leo Musicophilia, de Oliver Sacks. Alucino página tras página y muero por escribir sobre el millón de cosas que he aprendido, pero algo me dice que espere a terminarlo. For the record, no he estado loca toda la vida. Hay una explicación y hay muchos otros allá afuera. Mientras pasan mis favoritas If You Want It, Sister Marie Says, RFWK, termino en The Right Side, medio en trance, pero con la consciencia para preguntarme cómo diablos puedo estar rayando con una canción de 8 minutos. Y como si fuera un Tetris, veo palabras, conceptos y respuestas cayendo. Percepción. Sensación. Imaginería musical. Estímulo. Emoción. Memoria. Placer. Vidas Stereo.
Estoy en mi auto, sola, con un sandwich y una bebida y pienso que no habrá un mejor momento para escuchar History Of Modern, el nuevo disco de OMD. Cuando oí de él hace unas semanas pensé que las canciones de sus discos a partir de Sugar Tax nunca llegaron a gustarme. Ninguna capaz de superar a Enola Gay y los recuerdos que cuelgan de ella. Ninguna a la altura de Dreaming, con esa intro que hace saltar las imágenes de recreos en el patio del Campus Oriente, los primeros días de mi primer año. Ninguna como Maid Of Orleans un domingo de lluvia con la Jime, dibujando iglesias de Providencia, hablando, hablando y hablando. Y más mejor que no siga. Así es que con una mezcla de impaciencia con plegaria conecto mi iPod y espero.
Por estos días leo Musicophilia, de Oliver Sacks. Alucino página tras página y muero por escribir sobre el millón de cosas que he aprendido, pero algo me dice que espere a terminarlo. For the record, no he estado loca toda la vida. Hay una explicación y hay muchos otros allá afuera. Mientras pasan mis favoritas If You Want It, Sister Marie Says, RFWK, termino en The Right Side, medio en trance, pero con la consciencia para preguntarme cómo diablos puedo estar rayando con una canción de 8 minutos. Y como si fuera un Tetris, veo palabras, conceptos y respuestas cayendo. Percepción. Sensación. Imaginería musical. Estímulo. Emoción. Memoria. Placer. Vidas Stereo.
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