Aquí Vamos

No me olvidado de las muchas veces que dije que no me interesaba estar en la mesa en que me senté el Martes. ¿Por qué acepté, entonces? Nunca fue una mentira, ni falsa humildad. Es bastante simple. Cuando en el verano llegó sorpresivamente Iggy Pop a mi oficina y a pito de nada me planteó la posibilidad de ser socia, hubo una frase que me quedó dando vuelta: "mira, al final, aquí cada uno puede hacerlo a su pinta, y por último, si no te gusta, no pasa nada, te vai no más. Dále una vuelta en tus vacaciones". Lo de que cada uno puede hacerlo a su pinta, no es una mentira tan grande. A veces es incluso verdad. Lo de que si no me gusta me puedo ir, ya lo había descubierto en una de mis epifanías musicales automovilísticas. Creo que en mis conversaciones con el Feli me di cuenta que al no aceptar podía cerrarme a la posibilidad de seguir avanzando en muchas cosas, no sólo de pega. Sentí que no aceptar era una cobardía. Porque aunque en realidad no se me ha quitado la intuición, que ya es casi una convicción, de que hay mucho más para mí que lo que hago en la oficina, siento que este es el tiempo de la siembra. Luego vendrá el de ver crecer lo sembramos, hasta que llegue el momento de cosechar.
Al final, pareciera que todo, absolutamente todo, tiene que ver con la misión y con el uso de nuestros talentos. Con el hacer lo que vinimos a hacer en la vida, para nosotros y para las personas que nos rodean y son nuestras compañeras de ruta. Y esa misión hay que descubrirla a tiempo, para poder cumplirla a tiempo. Los budistas piensan mucho en la muerte. No porque sean lúgubres. Todo lo contrario, el budismo es sumamente luminoso y propicia la alegría por todos lados. Lo que sucede es que creen en la reencarnación y en que cada vida que vivimos la elegimos para aprender lecciones que nos hagan ser mejor gente. Y como si no aprendemos lo que teníamos que aprender o no hacemos lo que teníamos planeado hacer, repetimos de curso, se esfuerzan en descubrir y cumplir esa misión antes de morirse. No es que me haya vuelto budista. Aunque tampoco soy lo que solía ser cuando cumplir reglas a ciegas era mucho más fácil, simplemente porque había menos transgresiones que cometer y muy poco que perder. En el fondo, nadie tiene la verdad sobre estas cosas. Lo dice el propio Aidalai. Pero ayer con de Lasa sentimos al mismo tiempo que nuestros miedos no vienen de nuestra freakería, ni del ser minas enrolladas, ni de ser ultra responsables por culpa del colegio y de nuestras mamás. El vértigo y el miedo que sentimos nos vienen del no poder saber a ciencia cierta si estamos haciendo lo que tenemos que hacer. Porque no hay aciertos ni errores objetivos en la vida. Sólo podemos ver los resultados de nuestras acciones y omisiones. Todo lo que hagamos o no hagamos va a tener un efecto. No hay bolas de cristal. Unicamente nuestra intuición y días que van pasando de a uno en uno, hasta que lleguemos al último.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home