A New Hope
Cómo no voy a querer a mi amiga Denise. Cumpliendo promesas de verano, el Sábado llevé a la Magda a ver a Kudai en vivo. Y se me ocurrió decirle a la Deni que llevara a las niñitas. Así que luego de agotar los tickets (compramos los últimos que quedaban para el concierto de las 5 de la tarde), llegamos todas juntas, hicimos la fila de rigor y las niñitas fueron groupies por un día. Fuera de bromas, no es común que el ruido ambiente pre-concierto sea un coro de vocecillas infantiles. Enanos del siglo XXI que ante la demora por el caos de la entrada, gritaban “¡Injusticia, Injusticia!”.
Sobre Kudai se ha dicho que musicalmente no hacen nada nuevo y que al alero de una multinacional todo es más facil. Ja. Es muy difícil pensar en chilenos cantando canciones mejores que Ya Nada Queda o imponiendo himnos como Sin Despertar. El final del show fue apoteósico. Y era loco escuchar a un ejército de niñitas, que no pasaban los 10, cantando apasionadamente “aún recuerdo tus besos al despertar”. Domi, Pasqui y Magda se cantaron todas las canciones y terminaron bailando arriba de las butacas. La Deni y yo también. Y me acordé del concierto de Bowie, el 90.
Cuando salimos nos fuimos caminado, comentando con la Deni lo bueno que era que los niños se nutran de buen pop. Tal vez estemos presenciando el origen del levantamiento contra las canciones infantiles en tonos pastel y la purpúrea hostigosidad de Barney. Una cruzada contra el insulto histórico y programático a la oreja nacional perpetrado por el Axe, Rojito, Mayonesas y Gasolinas. Ah, y Christel, esa niña que según la Domi, tiene que trabajar porque sus papás son unos flojos.
El asunto es que me quedé pensando en lo difícil que la tiene el pop. Siempre menospreciado, por no decir basureado, pariente pobre, sobre todo por aquí. Ahora la moda es tomar clases de guitarra eléctrica, todos quieren ser rockeros on the go, como si se pudiera uno llegar y saltar a la noble de palo. Resulta que el pop, bien hecho, puede ser tan eterno como el rock. Por eso, bien podría Kudai ser una nueva esperanza. Me atrevería a decir que le están subiendo el pelo a la música local. Sobre todo en términos de asumir el hacer música con profesionalismo, con amor, pero con rigor y en serio; dejando atrás el chanterío y el desorden, las letras flojas, los cuatro acordes y la tradición de cantautores depresivos y desafinados que no se apellidan Yorke.
Cuando nos despedimos con la Deni, nos dijimos que this is merely the beginning. Kudai ha sido sólo el primero de una gran lista de conciertos a los que tendremos que llevar a nuestras niñitas. Qué duda cabe, la maternidad exige grandes sacrificios.
Sobre Kudai se ha dicho que musicalmente no hacen nada nuevo y que al alero de una multinacional todo es más facil. Ja. Es muy difícil pensar en chilenos cantando canciones mejores que Ya Nada Queda o imponiendo himnos como Sin Despertar. El final del show fue apoteósico. Y era loco escuchar a un ejército de niñitas, que no pasaban los 10, cantando apasionadamente “aún recuerdo tus besos al despertar”. Domi, Pasqui y Magda se cantaron todas las canciones y terminaron bailando arriba de las butacas. La Deni y yo también. Y me acordé del concierto de Bowie, el 90.
Cuando salimos nos fuimos caminado, comentando con la Deni lo bueno que era que los niños se nutran de buen pop. Tal vez estemos presenciando el origen del levantamiento contra las canciones infantiles en tonos pastel y la purpúrea hostigosidad de Barney. Una cruzada contra el insulto histórico y programático a la oreja nacional perpetrado por el Axe, Rojito, Mayonesas y Gasolinas. Ah, y Christel, esa niña que según la Domi, tiene que trabajar porque sus papás son unos flojos.
El asunto es que me quedé pensando en lo difícil que la tiene el pop. Siempre menospreciado, por no decir basureado, pariente pobre, sobre todo por aquí. Ahora la moda es tomar clases de guitarra eléctrica, todos quieren ser rockeros on the go, como si se pudiera uno llegar y saltar a la noble de palo. Resulta que el pop, bien hecho, puede ser tan eterno como el rock. Por eso, bien podría Kudai ser una nueva esperanza. Me atrevería a decir que le están subiendo el pelo a la música local. Sobre todo en términos de asumir el hacer música con profesionalismo, con amor, pero con rigor y en serio; dejando atrás el chanterío y el desorden, las letras flojas, los cuatro acordes y la tradición de cantautores depresivos y desafinados que no se apellidan Yorke.
Cuando nos despedimos con la Deni, nos dijimos que this is merely the beginning. Kudai ha sido sólo el primero de una gran lista de conciertos a los que tendremos que llevar a nuestras niñitas. Qué duda cabe, la maternidad exige grandes sacrificios.
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