El Pasado De La Mente
¿Qué me dirías si te dijera que todos tus recuerdos son una mentira y que tu autobiografía es ficción?
Tú, que veneras tus recuerdos, sí, tú, que transitas el presente con fundaciones sólidamente enterradas en tu pasado, justamente tú, tal vez no deberías leer este libro. Se supone que la psicología ha muerto y que hoy la llevan las neurociencias. Lo que sean las neurociencias, aún no lo entiendo muy bien, el autor del libro dice, en pocas palabras, que tenemos instalado en el hemisferio izquierdo un dispositivo que interpreta los actos inconscientes de nuestro cerebro, que toma decisiones sin preguntarnos y luego nos presenta una historia coherente que nos explica el por qué de nuestros actos. El lo llama El Intérprete. O sea que tenemos un narrador interno que nos cuenta cuentos bonitos acerca de nosotras mismas. Spooky, ¿no? Pensaba que si somos buenas para inventar historias ajenas, eso no debe ser muy diferente respecto de nuestra propia historia. Ayer dudé si seguir leyéndolo. Siento que puede derrumbar una serie de paradigmas que sostienen nuestro frágil Equilibrio Espiritual, para ponerlo en palabras de Freddy Turbina. Porque aparentemente todo lo que creemos hacer en forma controlada es automático y somos los últimos en enterarnos y más encima nos enteramos de lo que el Intérprete quiere decirnos. Pero seguí. Ya me envicié con el tema y decidí que si al final este tipo tiene razón es preferible saber que hacemos el tony y luego el personaje nos cuenta una historia que nos permite descansar en la coherencia de nuestras vidas. Como habría dicho el Grillo, que chori, ¿no?
Tú, que veneras tus recuerdos, sí, tú, que transitas el presente con fundaciones sólidamente enterradas en tu pasado, justamente tú, tal vez no deberías leer este libro. Se supone que la psicología ha muerto y que hoy la llevan las neurociencias. Lo que sean las neurociencias, aún no lo entiendo muy bien, el autor del libro dice, en pocas palabras, que tenemos instalado en el hemisferio izquierdo un dispositivo que interpreta los actos inconscientes de nuestro cerebro, que toma decisiones sin preguntarnos y luego nos presenta una historia coherente que nos explica el por qué de nuestros actos. El lo llama El Intérprete. O sea que tenemos un narrador interno que nos cuenta cuentos bonitos acerca de nosotras mismas. Spooky, ¿no? Pensaba que si somos buenas para inventar historias ajenas, eso no debe ser muy diferente respecto de nuestra propia historia. Ayer dudé si seguir leyéndolo. Siento que puede derrumbar una serie de paradigmas que sostienen nuestro frágil Equilibrio Espiritual, para ponerlo en palabras de Freddy Turbina. Porque aparentemente todo lo que creemos hacer en forma controlada es automático y somos los últimos en enterarnos y más encima nos enteramos de lo que el Intérprete quiere decirnos. Pero seguí. Ya me envicié con el tema y decidí que si al final este tipo tiene razón es preferible saber que hacemos el tony y luego el personaje nos cuenta una historia que nos permite descansar en la coherencia de nuestras vidas. Como habría dicho el Grillo, que chori, ¿no?
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