Over The Mountain

La Martine, nuestro contacto en Francia, nos confirmó el mismo Lunes que se trataba de él. Y agregó lo que me dejó pensando. Que este era su último viaje a Chile. Que tenía planeado retirase en Septiembre. “He lived hard and he died hard”, puso en su mail. Lo que sea que haya querido decir, se me vino a la cabeza la imagen de un hombre en la cumbre, con el mundo a sus pies - literalmente- y a un paso de retirarse a vivir esa vida que persiguió por años. Ejecutivos top con retiro de película. Me encuentro a cada rato con gente que criogeniza su presente a cuenta de un futuro lleno de unos placeres que no sé si tienen realmente identificados. Y que son de una contingencia aterradora. Al mismo tiempo, mujeres criando hijos solas, niños que ven muy poco a sus padres, padres que no tienen idea de la vida de sus hijos. Billeteras llenas; corazones vacíos. Hombres y mujeres que parecieran no alcanzar a ver que eso que escurre entre sus dedos, apretados para no dejar ir nada, es precisamente lo que hace la vida.
Y me puse a pensar que en realidad la vida de uno no está hecha de grandes hitos, sino de días comunes y corrientes, unos grises, otros azules. Me acordé de Los Puentes de Madison, cuando la Meryl Streep decide quedarse con su marido, a pesar de lo que le ocurre con Clint y dice que opta por su vida de detalles. Yo no conocí realmente a Ripalda, ni sabía lo que tenía planificado. Aunque me equivoco poco en estas cosas y huelo a leguas. Lo que sí me queda claro es que, a menos que haya tenido planeado morirse así, no llegó a vivir la vida que seguro había imaginado mientras trabajaba. Me pregunto en qué estaba pensando cuando se tiró montaña abajo ese domingo de sol brillante y cielo sin nubes. Probablemente en que iba a vivir para siempre. Y bueno, para mí ése es el problema.
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