Wednesday, August 23, 2006

Over The Mountain

El turista español que se mató en La Parva este fin de semana resultó ser un cliente con que almorcé el año pasado. Uno generalmente lee las noticias del diario como algo ajeno, como si los protagonistas fueran androides. Pero no. Este era un hombre agradable, con cuento, culto, viajado, hablaba varios idiomas, tenía una mujer francesa y unos sesenta y tantos muy bronceados y bien tenidos. Y digo muy bien. Aprovechaba de esquiar cada vez que venía a Chile. En el diario se enfatizó la imprudencia del turista, se dijo que se había aventurado más allá de los límites de las canchas, que no llevaba puesto un casco y que pretendió bajar por una huella de unos metros de ancho con una pendiente de cuarenta y cinco grados. Como las de esos videos de deportes extremos con guitarras de Satriani y tipos rodando montaña abajo.

La Martine, nuestro contacto en Francia, nos confirmó el mismo Lunes que se trataba de él. Y agregó lo que me dejó pensando. Que este era su último viaje a Chile. Que tenía planeado retirase en Septiembre. “He lived hard and he died hard”, puso en su mail. Lo que sea que haya querido decir, se me vino a la cabeza la imagen de un hombre en la cumbre, con el mundo a sus pies - literalmente- y a un paso de retirarse a vivir esa vida que persiguió por años. Ejecutivos top con retiro de película. Me encuentro a cada rato con gente que criogeniza su presente a cuenta de un futuro lleno de unos placeres que no sé si tienen realmente identificados. Y que son de una contingencia aterradora. Al mismo tiempo, mujeres criando hijos solas, niños que ven muy poco a sus padres, padres que no tienen idea de la vida de sus hijos. Billeteras llenas; corazones vacíos. Hombres y mujeres que parecieran no alcanzar a ver que eso que escurre entre sus dedos, apretados para no dejar ir nada, es precisamente lo que hace la vida.

Y me puse a pensar que en realidad la vida de uno no está hecha de grandes hitos, sino de días comunes y corrientes, unos grises, otros azules. Me acordé de Los Puentes de Madison, cuando la Meryl Streep decide quedarse con su marido, a pesar de lo que le ocurre con Clint y dice que opta por su vida de detalles. Yo no conocí realmente a Ripalda, ni sabía lo que tenía planificado. Aunque me equivoco poco en estas cosas y huelo a leguas. Lo que sí me queda claro es que, a menos que haya tenido planeado morirse así, no llegó a vivir la vida que seguro había imaginado mientras trabajaba. Me pregunto en qué estaba pensando cuando se tiró montaña abajo ese domingo de sol brillante y cielo sin nubes. Probablemente en que iba a vivir para siempre. Y bueno, para mí ése es el problema.

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