Monday, May 25, 2009

Kids

Mamá, despéiname con una canción, me dice la Magda subiéndose al auto un sábado en la mañana. Lo único que tenía a mano era Leppard. Quedó fascinada. Yo le conté que había escuchado por primera vez Hysteria en cuarto medio y que el baterista de Leppard tiene sólo un brazo, pero que sus amigos lo dejaron seguir en la banda. "No eran como los amigos del Hijo Pródigo", me dijo y después de un rato agregó como reflexionando "habrá sido exceso de alcohol".

Ese día en la tarde celebró su cumpleaños con sus cinco mejores amigas, todas con esa cosa entre patuda, genial y desbocada. Me tratan por mi nombre y me tutean. Las llevé a ver Hannah Montana La Pelicula y me tuve que secar las lágrimas con las mangas de la polera todo el rato. Soy una rata sentimental y las películas con canciones siempre me hacen llorar. Pero es más que eso. En la mañana la Magda me había acompañado al Manquehue y en la trotadora del lado estaba Hans Schmidt-Hebbel. Siempre que lo veo me quedo pensando que a cualquiera le puede pasar, no importa cuánto los hayamos querido y cuánto los hayamos cuidado. Mientras mis monstruillas comían cabritas, tomadas de las manos, riéndose, cuchicheando y cantando, Robbie Ray y Miley cantaban una canción sobre crecer y dejar ir. Es un robo de la armonía de Landslide, pero yo moqueaba igual. De vuelta el auto era un verdadero zoológico. Tocaron The Climb en la Radio Disney y les abrí los vidrios y cantaban por las ventanas mientras la gente en la calle se reía a gritos. Según todas, el cumpleaños estuvo bacán.

Llevo un rato trabajando en un proyecto importante, que me ha robado mucho del tiempo que quería para mi proyecto, no para el de otros. En el equipo está un tipo que se dedica a lo mismo que yo. Le va bien y su señora tiene una pega top. No pudieron tener hijos. Cuando me lo contó lo dijo con la expresión con que se habla de las cosas que no nos gustan, pero no podemos cambiar y más encima hay que seguir adelante con buena cara. Me conmovió, porque es un tipo divertido y buena persona. Pensé en los matrimonios que no sobrevivieron a la ausencia de hijos. Pensé en los pendex de la oficina que no quieren tener hijos para no perder sus libertades ni tener menos plata. Y pensé que no sé dónde estaría si no hubiera tenido hijos.
Hace unas semanas fue la primera confesión de la Magda y mientras la mirábamos, el Feli me dijo al oído exactamente lo que estaba pensando en ese instante. Qué trabajo que demandan estos seres. Ahí estaba nuestra primera guagua, con sus chapes amarillos, de espaldas a nosotros, conversando con el cura. Nos preguntábamos qué estaría diciéndole, porque movía la cabeza y las manos como cuando explica y argumenta para convencer de algo que la beneficia. A veces siento que soy el frontman de mi banda y que quisiera por un rato hacer puros coros. Es un hecho que no tengo el tiempo que quisiera dedicar a las cosas que me gusta hacer, que son hartas y que requieren harto tiempo. Es un hecho que a veces quisiera salir arrancando porque me asusto. Al menos sé que huiría porque amo, a lo Cerati. Pero no es chistoso. A veces no sabemos lo que tenemos que hacer, ni cómo ayudarlos. Me produce una angustia paralizante pensar lo que podría pasar si yo les faltara. O si ellos me faltaran a mí. A los hijos se los quiere con el cuerpo, porque salieron del cuerpo. Nos marcan para siempre. No me dejan espacio en la cama, se comen mis chocolates, me rompen mis cosas, me ensucian la ropa con sus manitos asquerosas, gritan sin parar, alegan por todo y no obedecen jamás. Eso cansa y vuelve loco a cualquiera. Pero la Magda me refresca y me hace reir y me canta las canciones que inventa; el Pedro me conquista y me trae sus dibujos de tractores, cortadoras de pasto, droides y generales Grievous y la Laura camina diciéndome Mamá. Tras meses intentando contener y consolar a Pedro, mi hermoso niño Piscis, por fin comienzo a sentirme más tranquila, aún en un domingo gris y frío y encerrados en la casa. Eso es bastante y se agradece.

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