Muchas Vidas, Muchas Canciones

Hablando de encuentros con el pasado, el nuevo disco de Christina es como un agujero de gusano. Las canciones están tremendas. Christina ya no pudo cantar bien, pero con esa pluma, quién podría negarle el derecho a cantar sus propias canciones. Las letras quieren decir lo que dicen, con cada palabra y con cada silencio. Quizás si yo no me enganchara tanto con las letras de las canciones, podría disfrutarlo más. Los arreglos están buenos, las guitarras, como siempre, impecables y bien puestas. Pero hay algo que me impide disfrutar y creo que sé lo que es. El disco es un Que Me Parta Un Rayo, pero sin el chiste de ser sub-30. Sin la irresponsabilidad del sin querer queriendo/Oops I did it again/Oh cielos, lo que aconteció.
"Algunas cosas no cambian", me escribió otro viejo amigo hace un tiempo. Me gustó leerlo, porque me gusta mucho esa frase. A veces es como un refugio. A veces es un pretexto. Y otras, es una maldición. Estas y otras cosas me dan vuelta mientras tejo una bufanda de colores chillones un miércoles por la tarde y mis niños circulan a mi alrededor, cada uno en su frecuencia propia. En otra, una cascada de canciones gringas de maestro equilibrio entre melodías dulces y guitarras musculosas me deja sin que lo haya pedido parada en otro tiempo. Veo imágenes, pienso y siento. Al final, el hecho que las cosas cambien no es en sí bueno ni malo. Las cosas no cambian solas; nosotros las hacemos cambiar y nosotros también cambiamos. Aunque no seamos conscientes de ello. Lean a Maturana, saltamontes de la vida. Hay que acostumbrarse a como escribe, pero luego es como ir en esa nave en que se mete la Jodie Foster en Contacto. En fin. A veces al escuchar viejas canciones vemos el reflejo de lo que fuimos. Es como una regresión a vidas pasadas. Al vernos con los ojos de hoy nos gustamos o nos odiamos. Un poco de cada cosa. Encontrarse con uno mismo en la imagen que otra persona guardó en otro tiempo puede llegar a ser como mirarse en una mala foto. Y aunque no corresponder hoy a esa imagen puede ser un alivio, también puede llegar a doler. El efecto Facebook se desvanece en presencia de carne y hueso. Es para mí un misterio lo que hace que un encuentro cause chispitas, como decía la Jime, o náuseas, o peor: nada. Quizás exista un elemento desconocido que constituye esas amistades mágicas, maravillosas e inusuales, que duran la vida completa. Y así no más es. Unos se nos van a ir. Otros nos dejarán ir. Vendrán otras vidas, pero a algunos los conservaremos para siempre e irán con nosotros donde sea que vayamos, a través del tiempo.
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