Thursday, December 24, 2009

So This Is Christmas

No hay tuerto bueno, ni muerto malo. No hay mal que dure cien años ni mal que por bien no venga. Tampoco hay familias perfectas. Todos crecemos al amparo y a la sombra de lo mejor y lo peor de nuestros padres, hermanos, abuelos y significant others. En mi casa el 24 había una tregua y todo sucedía como no lo hacía el resto del año. Yo hacía mi revisión del año ese día en la tarde. Supongo que bucear en mis propias profundidades aparecía como el único escape posible. A veces llegó mi amigo Pancho a verme un 24. No creo que sus navidades hayan sido precisamente de película. Siempre aparecía con algo especial, como un sticker de Simple Minds o una vela bonita, o una tapa de bebida llena de tierra recogida en la tumba de Jim Morrison.

Pero antes de eso, mis navidades eran perfectas. Pasábamos los días recorriendo Providencia con mi abuela y mi mamá. A veces íbamos al centro a buscar a mi papá a la radio y le pedíamos pasar por Falabella, donde colgaban un trineo gigante, con Viejito y renos. Era la época del verdadero Pascua Feliz para Todos, con la Caco Wylie cantando vestida de angelito. También acompañábamos a mi papá a comprar repuestos para el juego de luces que a partir de este año estará en mi árbol y en las noches hacíamos galletas y las decorábamos con glacé y mostacillas de colores. El 24 mi mamá se dedicaba a pasearnos por las casas de toda la parentela y amistades, para que dejáramos de hinchar y preguntarle cuanto faltaba para la noche. Todos los años visitábamos a la tía Patita; su casa estaba llena de relojes y cajitas de música y tenía conejos y gallinas en el jardín. El miércoles la Caro me dio una galleta hecha con la receta del papá y nos acordamos de tantas cosas. Yo me puse a pensar. Me pregunté cómo irán a recordar estos días nuestros niños, si lo harán como nosotras recordamos esos días. Siento que ya no hay la misma magia; todo es rápido y abrumador y los niños son, ciertamente, mucho menos inocentes. A la Magda hasta hace poco le daba miedo eso de que el Viejito Pascuero se metiera a la casa a dejar regalos. Supongo que también es culpa nuestra. Quizás no les hemos hecho tan fácil distinguir al Viejito Pascuero del Viejo del Saco.
Me gusta caminar por las calles en época de navidad. No me molesta el calor, ni la gente apurada que pega con sus bolsas al pasar. Me gusta el centro, me gusta Providencia, siento que son menos febriles que el mall y me traen recuerdos de buenas cosas. Me gusta entrar a las librerías (porque uno encuentra maravillas que no aparecen nunca más) y me gustan esas tiendas de la Galería El Patio en que venden cosas hechas a mano. Este año me quedé parada en un puesto de tarjetas de navidad. Me acordé que la Mali me retaba si no le mandaba una tarjeta en navidad y luego me acordé que se murió y que ya no podría mandarle una. Creo que es por escuchar demasiado Word Forward, y esa parte en que dice "these I owe you's, they're just fucking words, this is life or death". Y qué le voy a hacer. Compré tarjetas y me senté, como siglos atrás, a escribir tarjetas y sobres y mientras lo hacía, pensé en esa canción de Pedro Aznar y me arrepentí de no haberlas comprado antes, porque no tuve el tiempo de echar al correo varias que quise escribir. Me temo que los hice llorar a todos con mis tarjetas, pero nunca fue esa mi intención. I meant every word. Yo sólo quería decirles esas cosas que uno no se anda diciendo a cada rato, pero que como decía mi papá, por sabidas se callan y por calladas se olvidan. Uno nunca lo piensa, rara vez se da cuenta, y siempre lo olvida, pero ocurre que unas pocas palabras bien dichas o escritas pueden superar por lejos al regalo más costoso. Al escribir podemos abrirnos por completo y conectarnos con eso que no sale muy a menudo a la superficie y que a veces creemos haber perdido: la simplicidad. Este año sólo decoré con adornos hechos por los niños, nos hicimos regalos sencillos, comimos una comida simple, dimos las gracias por ella. Vi la cara de mis niños al abrir sus regalos, fui a misa con la Caro, la abracé bien apretada, nos juntamos todos en mi casa, incluso el Tan vía Skype. Miro mis fotos y pienso que en algún instante que sí conozco, mis navidades volvieron a ser perfectas. War is over now.

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