Wednesday, October 17, 2007

Maravillas Modernas

Algunos andan todos boquiabiertos y calenturientos con la tecnología y con todas las mini preciosuras que han salido por estos día al mercado. Incluídos teléfonos que no sirven para llamar por teléfono. Lo que es yo, no dejo de maravillarme con, ok, aquí va. No dejo de maravillarme con la vida. Casi me salen lágrimas con Planeta Tierra, estamos todos adictos, y es fascinante ver como cada cosa tiene su lugar y su razón. Como que aprieta la garganta. Nos mata, sobre todo, el capítulo sobre los Bosques; los árboles son de verdad unos seres maravillosos. Pero hoy me he emocionado con otro aspecto de la vida. Es que esto no son los monos de latex mula de En El Vientre Materno. No. Esto es de verdad. Describir lo que se siente al ver a tu hijo en formación, dentro de tu propio cuerpo, es una experiencia parecida a sacarle una foto a una Sequoia: siempre te vas a quedar corto.
Las ecografías tienen su lado terrorífico sí, que no sólo me pasa a mí. Todos hacemos como que vamos a un simple examen, como si nada, pero todos sabemos que es ese el momento de ver y saber que algo va mal. Sin embargo, cuando el ecografista se pone a cantarle datos y medidas a su asistente y no le hace ni muchas preguntas ni musarañas, uno siente que puede soltar la respiración y, francamente, lo único que atina a hacer es dar gracias a Dios. Nunca pensé que llegaría a querer a Waldo. Su debut no fue, digamos, auspicioso. "Sí, bueno, tiene su estilo, Franchi" dijo Tulio y como me conoce, nunca más me lo puso por delante. Pero entre medio, la Carola me hizo cambiar de opinión; no sólo porque es capísimo, sino porque tuvo una participación muy importante en su primer embarazo, algo por lo que nadie quisiera pasar jamás. Pensé que para mi próxima guagua no sería tan malo que Waldo anduviera por ahi. Por eso ni chisté cuando este verano Tulio me mandó donde él a la primera eco y pensé que si algo podía andar mal, prefería saberlo desde el principio y de su boca. Es como si uno supiera. Cuando puso el doppler y escuchamos esos latidos, nadie dijo mucho. Pero fue muy amable y nos explicó que una guagua de 8 semanas debía tener más de 150 pulsaciones por minuto y esta no llegaba a las 70. Que eso era indicativo de que algo no iba bien, y que si bien no era un examen concluyente, no podía decirnos que nos fuéramos felices, que esperaríamos una semana para que doblara los latidos, porque de lo contrario, no sería viable.

Hoy, en cambio, fue diferente. Apenas vimos a la guagua nos emocionamos con el Feli, se veía preciosa, su columna bien cerradita, sus medidas, sus huesitos, sus latidos, todo en su lugar. En medio de la revolución que tengo en el cuerpo y en la cabeza, que se parece bastante al caos, hay una maquinita funcionando de acuerdo a un plan maestro, un diseño misterioso e insuperable, que en pleno siglo XXI mantiene de cabeza a los científicos y a los expertos en inteligencia artificial. Cómo no maravillarse, yo me vuelo con estas cosas. Según Waldo, 95% seguro que es mujer. Yupi!, pienso, voy a poder vestirla con la ropa de la Magda que era maravillosa. Mi lado frívolo aflora rápido y sin piedad. Y pensar que no le tenemos nombre. Me dio pena por el Pelo, que quería un hermano, bajó los ojitos, como diciendo "buuu", pero bueno, poco hay en la vida menos elegible que el sexo de los hijos y quien diga lo contrario cuenta cuentos de vieja. Waldo estaba hasta sonriente, dijo que se veía todo bien, muy diferente a la vez anterior y que nos deseaba mucha suerte. Me dio risa eso. Pero al final, lo unico que se puede dar son buenos deseos a quienes esperan hijos. A la vuelta del pasillo están miles de riesgos y terrores y fantasmas y demoníacos volantines con colmillos. E historias horrorosas que a uno se las cuentan precisamente cuando está embarazada, en un probablemente involuntario pero siempre desatinado "no te deseo mal pero". Lo cierto es que si uno pensara en todo eso de verdad que no podría tener hijos. Pero entonces todo estaría al revés. Lo que corresponde es disfrutar lo que la vida nos regala. Y otro hijo sano es quizás más de lo que uno puede pedir o merecer. Y ya sé que la vida no es sobre merecimientos o castigos, pero no pude evitar pensar en eso. En fin, lo que vamos a hacer es disfrutar que estamos esperando a una nueva hija, que la familia será más grande y más entretenida y más linda y que si Dios quiere, todo va a estar bien.

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