Tuesday, October 07, 2008

Te Está Haciendo Falta Rock

No puedo vivir sin escribir. Pero no puedo escribir sin vivir.

Llevo meses con la sensación de que todo ha cambiado. Llevo meses sintiendo que yo estoy mutando. Y cada vez que creo que he logrado adaptarme a lo que sea que ha cambiado, me despierto a media noche con un sueño angustiante que no puedo explicarme. Siento que incluso he perdido la capacidad de conectarme con esa herramienta descifradora de sueños que habitaba en mi cabeza y que me guiaba, a veces amorosamente, otras de manera cruel, pero siempre con certeza. Los niños han crecido, ahora son tres y mi agenda se rebalsa y me faltan horas para llenar con cosas que hacer. Dependo de ella incluso para respirar. Mi PC dispara reminders sin piedad y yo intento pasar de un día a otro sin la sensación de un saltador de vallas.
Mis hormonas tampoco ayudan. La Laura cumplió seis meses y yo dejé de amamantarla, ergo paso por mi fase más bipolar en años. Finalmente, el proceso relacionado con mi papá sigue su curso. Hay cosas que no volverán y cosas que nunca serán.

En mis cavilaciones de media noche - que no tengo otra hora para pensar y por eso, además, el mal genio, por no dormir lo suficiente- me acordé de nuestro afrancesado profesor de constitucional, que hablaba de "cambiar para seguir igual". Pero el otro día, viendo episodio III, sí, una vez más, escuché de boca de Obi Wan Kenobi la palabra mágica. Recalibrar. No sufro, como Cerati, otra mutación. Al contrario, lo que cambió está a mi alrededor y yo intento ajustarme al nuevo escenario, precisamente, sin tener que hacer grandes cambios a lo que hay hoy. Y ahora entiendo los sueños de principios de esta semana, con mis musos inspiradores de la vida.
Creo que fue Coral el primero que apareció con una chaqueta de cuero. Era negra, esas de pandillero en moto, con cierres y broches plateados. Entonces le encargué una a Cabezón y lo mismo hicieron la Caro, Sampa y JFC. Es el símbolo de una época y por eso la tengo guardada. La que uso ahora es de Zara y es más, digamos, correcta. Aunque igualmente negra. Nunca he sabido bien qué es lo que sucede. Quizás hasta sea algo químico, quién sabe. A veces, cuando estaba bajón en la otra pega y necesitaba energías adicionales me la ponía y todo cambiaba. Me encantaba hacerlo, porque rayaba en el límite de lo permitido y sé que el Pelao odiaba verme con ella, pero nadie se atrevía a decirme nada. Creo que tiene que ver con esa necesidad profundamente infantil, pero que nunca perdemos del todo, de llevar la contra un rato, de hacer pataletas.
Me dio lata no haber podido ir a BRMC. Me hubiera gustado verlos porque también son el símbolo de una época. Llamarse Black Rebel Motorcycle Club lo dice todo. Me gustan sus cuatro discos, me da lo mismo la crítica. Me gustan porque son una banda que hace la música que quiere y la hace como quiere. Me gustan porque son esencialmente rockeros y porque se visten de negro y de cuero. Me gusta la gente que hace sonar fuerte la guitarra sin importar qué. Siempre me acuerdo cuando vi a los White Stripes y pensé, qué bien debe sentirse estar parado en un escenario con una guitarra y hacerla sonar justo antes de reventarle los oídos a la gente. Debe ser como empuñar un sable láser. Así que quizás sea eso lo que me está haciendo falta. Y una buena pataleta porque me están mandando hacer cosas que no tengo muchas ganas de hacer. Porque no puedo hacer cosas que quiero hacer. Porque no puedo ir a los conciertos que quiero. Porque me cambiaron las reglas del juego y no puedo escapar. Ain´t No Easy Way. Porque a ratos, como gritaba la Parada, aferrada al banano en el lago Vichuquén, ya no lo estoy pasando bien.