Sunday, November 30, 2008

Waiting For The Thrill To Return

I wish it were simple. El alma a veces siente hambre. Las fotos se van destiñendo con el tiempo y de pronto los mapas se vuelven borrosos. No lo dije yo, pero somos lo suficientemente viejas para saber quiénes somos y lo suficientemente sabias para cargar las cicatrices sin culpar a nadie. Pero ¿no te cansas a veces? A mí a veces se me olvida lo que he aprendido, como esperando que algo vuelva. Es como si se me acabara el combustible. O la sal.

Le conté tiempo atrás a mi amiga Carola sobre tu teoría de la máquina fotográfica. Ella me respondió que sí, que quienes tienen el mal de la máquina manual lo pasan peor que los automáticos, pero que quienes están a su alrededor lo pasan mejor, porque los manuales suelen ser más autoconscientes, empáticos y perceptivos, y con ello, saben cómo herir menos a la gente que los rodea. Puede ser, pero a veces pagaría oro por un solo día de simplicidad. Quizás fuera sólo cosa de pedir perdón por lo que sea que hubiéramos hecho en el intervalo. Pero, como bien dijiste en el primer post de este blog, elegimos un camino y no hay vuelta atrás. Eso sí lo sabemos y lo vamos a cumplir así sea lo único bueno que hagamos en la vida. Y, para ponerlo en palabras de R.E.M., aunque sintamos que empujamos un elefante escaleras arriba, no nos queda más que encontrar la forma de hacernos sonreir.

Así que hace unos días volví a hacer deporte y de pronto me encontré una vez más, sudando la gorda al son de las mejores canciones de la vida y fui feliz y me fui flotando a la ducha y cantando en el auto a la oficina. Me acordé de Benetton y Proteína. La otra noche, después de la presentación final de gimnasia de la Magda me tomé una cerveza con la guata vacía y me anduve curando un poco. Aunque sólo lo suficiente para sentir más el frío de la noche y el olor de los jazmines florecidos. Y manejar camino a casa cantando y riéndonos de todo. Me acordé de tí. No debería decirlo, pero no pude evitar pensar que, a veces, lo que mejor nos hace es aquello a lo que somos adictos. La vida es pura química, al final. En fin, de todo este potpurrí -no de maldad, esta vez- lo único que logro concluir es que acabo de darme otra vuelta en el aire. Some things change, some stay the same. El camino puede ser largo y aburrido o largo y entretenido. Y para variar, depende de nosotras y sólo de nosotras el cómo lo tomamos y hasta dónde lo recorremos. Libre albedrío, que le llaman. ¿Te acuerdas de esa canción de Café Tacuba que cantábamos hace ya mucho rato? Gira y da vueltas y rueda girando, gira y da vueltas y rueda y rueda, quiero hacerla un cuadrado, deformarla en un triángulo, pero la vida siempre vuelve a su forma circular. Plop.

Wednesday, November 26, 2008

Domínguez

Los amigos del barrio pueden desaparecer. Los cantores de radio pueden desaparecer. Los que están en los diarios pueden desaparecer. La persona que amas puede desaparecer. Los que están en el aire puden desaparecer.

Los pintores que amas pueden desaparecer.

Tuesday, November 18, 2008

Missing You

Sunday, November 09, 2008

Get Up

En algún momento del camino perdí de vista a R.E.M. Debió ser después de Monster, el último disco que me compré de ellos. De ahí en adelante hubo grandes canciones: Imitation Of Life, All The Right Friends, The Great Beyond, Nightswimming, pero no fue lo mismo. Hasta este invierno, cuando bajé Accelerate. Me gustó tanto que lo escuché entero una y otra vez por varios días y sé que no fue sólo que tuviera el tiempo por estar en la casa. Con Accelerate volví a quererlos. Porque, como dijo Chrissie, Don't Get Me Wrong: The Jesus & Mary Chain fue una linda yapa, pero yo iba a ver a R.E.M. Sé cuando un concierto me llega a los huesos: llego a la casa a buscar los discos y los siguientes días escucho la misma música una y otra vez. Esta mañana entré a la ducha cantando Untitled, la última canción del Green.

Cómo no iba a quererlos, si R.E.M. es la banda que sacó un disco perfecto prácticamente cada año que estuve en la universidad. En primero circuló un casette pirateado de Eponymous, que fue lo primero que escuché. The One I Love aparecía como un moco al lado de Radio Free Europe, So. Central Rain, It's The End Of the World... Hasta el día de hoy adoro escuchar Radio Free Europe. No podría olvidar cuando la Paula Vial llegó con Green de Argentina, en casette. Veinte años después, sigue siendo mi disco favorito de R.E.M. Por sobre Out Of Time, y eso que fue el soundtrack de ese viaje que hicimos a la casa de Guns, Valle del Elqui incluído. Jamás me molestó que R.E.M. se volviera mainstream, pero siempre odié que Losing My Religion se transformara en himno, habiendo ellos parido tantas otras canciones buenas. Y sin embargo el Martes la canté a grito pelado. Y me acordé de Avendaño, hoy bajo tierra, cantando that's me in the corner.

Fueron varios los momentos emocionantes ese día. El primero, ver aparecer a Michael Stipe, el extraño ser que escribe como los dioses y que hasta entonces era un personaje de revistas, MTV y DVDs. Flotar por el universo con tantas canciones de la vida, una tras otra. El momento sublime en que suenan las primeras notas de Nightswimming. La reunión al centro del escenario para Sweetness Follows. Siempre es emocionante ver a una banda que se mantiene unida a través de los años, que ama lo que hace y que lo comparte con la gente. Siempre emociona ver a humanos tocando música. Mi papá decía que lo que por sabido se calla, por callado se olvida. Al parecer, eso a veces se aplica a las canciones, los discos y las bandas. Pero ya me he puesto al día.

Wednesday, November 05, 2008

Deep One Perfect Evening

Es bueno que el Universo se encargue de compensar las injusticias de la vida. No pude ver a B.R.M.C., pero pude ver a la fuente misma. A mi alrededor la gente se movía y como que bailaba más por inercia que por emoción. Me sentía un poco como cuando Harry Potter habla Pársel, pero me reía sola cantando. A mi lado el Feli clamaba por tapones para sus orejas. Sí, sonaban bien fuerte, pero como dijo mi Hermana en la Música, la Meche, lo mejor de los conciertos es sentir cómo la música te retumba en el cuerpo. Es cierto. Me pregunté cuántos de mis compañeros con que escuchábamos a los Mary Chain estarían por ahí. Quién sabe. Mi teoría es que la gente comienza a envejecer cuando deja de ver música en vivo.

Me causa risa cuando los diarios y revistas presentan a ejecutivos, políticos, abogados y famosillos en su "Lado B". Son maniobras, todos lo sabemos, pero cuando nos encontramos con Manuel ayer apenas reconocí al profesor de música del Cumbres. Entonces pensé que tal vez algunas personas seamos al revés y nuestro Lado B sea el disfraz con que chapoteamos en mundos a los que no pertenecemos, pero que necesitamos y no tenemos por qué odiar. Manuel le dijo una vez a la Meche que desde que nos hace clases se acordó por qué había estudiado para profesor de música.
Me encantó lo que escribió Contreras en el Mercurio de hoy sobre The Jesus and Mary Chain. Ya eran una leyenda en 1991, cuando llegó Darklands a mis orejas y yo los daba por muertos hacía rato, así que no fue muy difícil elegir qué día ir al SUE. Quizás lo único malo de escucharlos en vivo es que en la majamama guitarrera no se pueden diferenciar las distintas capas de sonido que sí se oyen en los discos y que son lo que le da color a su ruido. Pero verlos ahí, tocando Head On, Sidewalking, Happy When It Rains, y terminar, como en Lost In Translation, con Just Like Honey, no tiene precio. Para todo lo demás, existe R.E.M.