Thursday, October 25, 2007

Black Box Recorder

Como dijo Fito, hay cosas que no voy a olvidar. Cosas como estar en la cama de mis papás viendo Martes 13 o alguno de sus equivalentes y ver aparecer a estos tres marcianos. Había escuchado Cuando Pase el Temblor en la radio y ahí tocaron Nada Personal, quizás Sobredosis de TV también. Ese año las vacaciones de invierno fueron puro Soda, por todos lados; el Sport, el hockey. La Caro me mostró Un Misil en Mi Placard y Trátame Suavemente. Hasta ahí, todo bien, buenas canciones. Pero ese verano el Ale apareció con Signos. No podría olvidarme de lo que fue escuchar por primera vez Persiana Americana en auto a mil por hora. Y descubrir Final Caja Negra. Signos siempre será mi disco favorito de Soda. A lo más comparten honores con él sus dos hermanos en mi trilogía perfecta: Canción Animal y Dynamo. Amé Dynamo, sobre todo porque sentí que Cerati había estado escuchando a Kevin Shields al mismo tiempo que yo. Y la mezcla de su música y sus letras con esos ruidos me pareció lo máximo. Todavía escucho Secuencia Inicial y me duele la guata y me acuerdo de mi casette con su caja derretida por el sol en el auto. Inevitablemente cuando pienso en Dynamo, pienso en Colores Santos. El verano que salimos de la Universidad nos fuimos a La Serena y fuimos a bailar todas las noches. Ahí apareció Marea de Venus; recuerdo haber mandado a Leo E., mi partner by default, a preguntarle al DJ qué era eso que tocaban antes de El Amor Después del Amor. También tocaban Hombre al Agua, que me parecía una canción sumamente extraña para tocar en una discotheque en el verano y me producía como inquietud cuando la escuchaba con unos tragos en el cuerpo. Algunas noches divisaba a JFC por ahí, con su vaso y su cigarro, callado, mirando al infinito. Pero entonces apenas nos habíamos saludado una vez.

Ese verano, la Denise recién estaba pololeando con el Titi, que para hacerse el amable llegó a verla un fin de semana. El Titi cantaba su propia versión de Primavera 0, decía Primavera de Neón, nunca supimos de dónde lo había sacado, pero llevamos 15 años riéndonos de él. Qué divertido, el Sábado fue su cumpleaños número 40 e hizo una fiesta. Harto Soda. Montes se reía, decía que ahí estábamos, vejetes y escuchando las mismas canciones de siempre. Yo me rei por mi lado, pensando que por muy vanguardista, under y alternativo que se haya considerado a sí mismo Montes y siendo cierto que fue él quien nos mostró a la Velvet y a MBV, hay canciones contra las que uno no puede no más. Porque muy Peter Bjorn & John y Figurines andará, pero movía la patita igual que todos. Ví también a algunos saurios de otras eras, estaba el mismísimo Mesías y otros, más gordos, más pelados, pero, efectivamente, todos bailando las dichosas mismas canciones.

Como anoche. Que si es por la plata, me importa un carajín. No sé qué tanto reclaman algunos, si total es ganar a costa de su propio trabajo. Lo que yo sí sé es que vi un concierto impecable, que sonó la raja. Cómo le da a la guitarra Cerati, da rabia ver cómo le saca esos sonidos. Y no deja de impresionarme que todo el mundo se sepa de memoria sus letras. Como dijo uno de los pendex sub-30 de la oficina, “esas canciones uno se las sabe aunque no quiera”. Eso pensaba yo anoche. Pensar que uno podría hablar en Cerati, porque siempre hay una frase para lo que uno tiene que decir. Aún a riesgo de parecer Vodanovic. En fin, que no me vengan con patrañas. El de anoche fue un concierto como los que a mí me gustan: una balacera de canciones que uno puede cantar a gritos, adornada con joyitas de la vida. A nadie se le va a olvidar Signos con la imagen de la luna llena. Yo fui para escuchar Caja Negra, Cae el Sol y Hombre Al Agua. Y las tocaron. Es divertido que siempre, siempre, cuando aparecen mis canciones favoritas en un concierto, alguien prende un huiro cerca. Aunque eso sólo signifique que siempre hay un marihuanero al que le gustan las mismas canciones que a mí. Lástima que estoy tan alérgica que se me irritaron mucho los ojos y me puse a lagrimear como loca. Es verdad que no tocaron Luna Roja, pero tocaron Signos casi entero y se mandaron Pic Nic. Me acosté riéndome sola. Y sé que no fue sólo la cerveza.

Wednesday, October 17, 2007

Maravillas Modernas

Algunos andan todos boquiabiertos y calenturientos con la tecnología y con todas las mini preciosuras que han salido por estos día al mercado. Incluídos teléfonos que no sirven para llamar por teléfono. Lo que es yo, no dejo de maravillarme con, ok, aquí va. No dejo de maravillarme con la vida. Casi me salen lágrimas con Planeta Tierra, estamos todos adictos, y es fascinante ver como cada cosa tiene su lugar y su razón. Como que aprieta la garganta. Nos mata, sobre todo, el capítulo sobre los Bosques; los árboles son de verdad unos seres maravillosos. Pero hoy me he emocionado con otro aspecto de la vida. Es que esto no son los monos de latex mula de En El Vientre Materno. No. Esto es de verdad. Describir lo que se siente al ver a tu hijo en formación, dentro de tu propio cuerpo, es una experiencia parecida a sacarle una foto a una Sequoia: siempre te vas a quedar corto.
Las ecografías tienen su lado terrorífico sí, que no sólo me pasa a mí. Todos hacemos como que vamos a un simple examen, como si nada, pero todos sabemos que es ese el momento de ver y saber que algo va mal. Sin embargo, cuando el ecografista se pone a cantarle datos y medidas a su asistente y no le hace ni muchas preguntas ni musarañas, uno siente que puede soltar la respiración y, francamente, lo único que atina a hacer es dar gracias a Dios. Nunca pensé que llegaría a querer a Waldo. Su debut no fue, digamos, auspicioso. "Sí, bueno, tiene su estilo, Franchi" dijo Tulio y como me conoce, nunca más me lo puso por delante. Pero entre medio, la Carola me hizo cambiar de opinión; no sólo porque es capísimo, sino porque tuvo una participación muy importante en su primer embarazo, algo por lo que nadie quisiera pasar jamás. Pensé que para mi próxima guagua no sería tan malo que Waldo anduviera por ahi. Por eso ni chisté cuando este verano Tulio me mandó donde él a la primera eco y pensé que si algo podía andar mal, prefería saberlo desde el principio y de su boca. Es como si uno supiera. Cuando puso el doppler y escuchamos esos latidos, nadie dijo mucho. Pero fue muy amable y nos explicó que una guagua de 8 semanas debía tener más de 150 pulsaciones por minuto y esta no llegaba a las 70. Que eso era indicativo de que algo no iba bien, y que si bien no era un examen concluyente, no podía decirnos que nos fuéramos felices, que esperaríamos una semana para que doblara los latidos, porque de lo contrario, no sería viable.

Hoy, en cambio, fue diferente. Apenas vimos a la guagua nos emocionamos con el Feli, se veía preciosa, su columna bien cerradita, sus medidas, sus huesitos, sus latidos, todo en su lugar. En medio de la revolución que tengo en el cuerpo y en la cabeza, que se parece bastante al caos, hay una maquinita funcionando de acuerdo a un plan maestro, un diseño misterioso e insuperable, que en pleno siglo XXI mantiene de cabeza a los científicos y a los expertos en inteligencia artificial. Cómo no maravillarse, yo me vuelo con estas cosas. Según Waldo, 95% seguro que es mujer. Yupi!, pienso, voy a poder vestirla con la ropa de la Magda que era maravillosa. Mi lado frívolo aflora rápido y sin piedad. Y pensar que no le tenemos nombre. Me dio pena por el Pelo, que quería un hermano, bajó los ojitos, como diciendo "buuu", pero bueno, poco hay en la vida menos elegible que el sexo de los hijos y quien diga lo contrario cuenta cuentos de vieja. Waldo estaba hasta sonriente, dijo que se veía todo bien, muy diferente a la vez anterior y que nos deseaba mucha suerte. Me dio risa eso. Pero al final, lo unico que se puede dar son buenos deseos a quienes esperan hijos. A la vuelta del pasillo están miles de riesgos y terrores y fantasmas y demoníacos volantines con colmillos. E historias horrorosas que a uno se las cuentan precisamente cuando está embarazada, en un probablemente involuntario pero siempre desatinado "no te deseo mal pero". Lo cierto es que si uno pensara en todo eso de verdad que no podría tener hijos. Pero entonces todo estaría al revés. Lo que corresponde es disfrutar lo que la vida nos regala. Y otro hijo sano es quizás más de lo que uno puede pedir o merecer. Y ya sé que la vida no es sobre merecimientos o castigos, pero no pude evitar pensar en eso. En fin, lo que vamos a hacer es disfrutar que estamos esperando a una nueva hija, que la familia será más grande y más entretenida y más linda y que si Dios quiere, todo va a estar bien.

Tuesday, October 09, 2007

Que 20 Años No Es Nada

Esto podría ponerlo como una promo de teleserie; lo de "20 años después” y todo eso. Pero así no más es: nos mandamos 20 años sin vernos. Salida del colegio sólo me seguí juntando con la Jime y la Willy. De las otras no tuve idea y la verdad es que ni me di cuenta. Me concentré en las amistades de la universidad y el mundo del colegio quedó atrás, casi como si no hubiera existido jamás. Hasta hace tres meses. Acercándose el aniversario número 20 de salidas del colegio, las de siempre decidieron organizar una comida para Octubre. Pero antes, la Georgette propuso que nos juntáramos las del curso de cuarto medio. Yo no pude ir. Tampoco me esforcé mucho. Si tenía poco en común con ellas en cuarto medio, poco incentivo había ahora. Además me piqué porque una se acabronó y adelantó la fecha, para que una de las cool de siempre (esas cosas jamás cambian) pudiera ir y dejaron fuera a la mismísima Georgette que había propuesto la reunión y a la Jime que venía especialmente de Guatemala, pero ya no podía cambiar su pasaje para llegar a tiempo. So what. Decidimos juntarnos las dos cuando llegara y salir en el auto con nuestras canciones de la vida, comer como los Dioses y, en mi caso, tomar igual. Nerds will be Nerds. Pero justo días antes, a la Georgette se le ocurrió hacer una reunión alternativa del grupo de cuarto medio, para que todas vieran a la Jime.

Todo lo contrario a las reuniones de high school de los gringos, donde todos se desviven por mostrarse exitosos y quienes han tenido tropiezos suelen no aparecer, aquí fue todo lo contrario. Aquí hay una sinceridad conmovedora. Quizás sea que somos todas mujeres. Ninguna le tira la billetera ni el cargo ni el auto a las otras; al revés, todo gira en torno a cosas extremadamente simples, pero importantes. Esa noche, cuando nos juntamos en la casa de Pío, de verdad que fue sorprendente. Digamos, puro vernos las caras era ya un chiste mayúsculo, pero estoy segura que ninguna pensó mucho en lo que podía pasar después. Entre muchas botellas de cerveza y vino nos fuimos poniendo al día. Nos reímos, nos emocionamos, nos alegramos y nos compadecimos todas por todas. 20 años es de verdad un rato largo. Son además los años siguientes a salir del colegio, o sea el tiempo en que uno arma su vida y rato suficiente para que comience a desmoronarse e incluso caerse por completo. Al final, todo el mundo tiene una historia que contar. Con la Jime comentábamos que de verdad algunas hemos sido más afortunadas que otras, pero en realidad, eso ha sido hasta ahora. Después de ese viernes nos hemos mantenido en contacto, por mail, por msn, pero además nos hemos seguido juntando y siento que de alguna manera, otra vez vamos avanzando en paralelo. No me explico cómo, pero hay un vínculo re poderoso que parece haber sobrevivido. Porque claramente es mucho más que reírnos de la mochila que casi aplasta a la Monja Chica o de las fotos de la borrachera en la casa de la Paula la noche del último día de clases. Aquí hay cariño, preocupación, admiración y ganas de seguirnos viendo. Y lo que más me gusta es que todas se han mantenido fieles a sus respectivas esencias y son hoy claramente una versión mejorada de lo que eran en cuarto medio.

Hace unos días nos juntamos con maridos, equivalentes e hijos a almorzar. Y pasó la tarde y nos fuimos quedando porque de verdad lo pasamos increíble. Yo sabía que iba a ser entretenido, pero el asunto superó mis expectativas. En el auto me fui pensando que de las que estaban ahí, todas, excepto una, compartimos curso en primero básico y aunque luego nos fueron cambiando de curso, todas, excepto una, terminamos en el mismo curso en cuarto medio. Es como si la Magda se juntara con sus amigas en unos treinta y tantos años más. No es poca cosa. De todas, sólo yo puse a mi hija en el colegio. Sí, gran lapa en el ojo, pero lo bueno de la vida es que uno tiene derecho a cambiar de opinión y de pronto a uno comienzan a importarle ciertas cosas, de las que antes no tenía mucha conciencia. Contra todo lo que se pueda decir del colegio y habiendo mucha mina que da fe de lo contrario, hay cosas que se le graban a fuego a uno. Lo veo en cómo está creciendo la Magda y en dónde ponen los puntos y los acentos. Yo pensaba en tanta gente que conozco, con sus máscaras y fachadas, en esos círculos en los cuales estamos condenados a interactuar. Pensaba en tantos que se traicionan a sí mismos por pertenecer donde naturalmente no pertenecen. Entran a movimientos religiosos, sufren y buscan influencias para ubicar a sus hijos en ciertos colegios, van a ciertas universidades, viven en ciertos lugares, van de vacaciones a lugares donde pueden ser vistos. Es bueno sentir que uno no necesita todo eso y que puede igualmente ir por el mundo haciéndose una vida y una familia. Me decía el Feli de vuelta lo agradable que es juntarse con gente sencilla, que no le pinta el mono a nadie. Y así es. Y aunque a ratos pienso cómo pasaron tantos años sin que nos diéramos cuenta, me contesto acordándome no de Gardel, aunque también, pero más bien de ese slogan, que lamentablemente es de una demoníaca tarjeta de crédito, pero que lo dice tan bien: la vida es ahora.