Friday, December 28, 2007

Oh Yeah, Life Goes On

Cuando yo era chica se perdió un niño. Lo buscaron por todas partes. Días después, en un sitio eriazo, encontraron su cuerpo. Ahí aprendí lo que significa “eriazo”. Nunca olvidé su imagen, era un niño de melena rubia. Muchos años después, mi tío se emparejó con una señora que tenía tres hijos. Una mujer llana, acogedora, muy cálida. Una Navidad nos invitaron a comer con ellos. Fue ahí cuando supe quién era ella; la foto del niño rubio estaba colgando en una muralla. De ahí en adelante se hizo tradición comer con ellos ese día; era un pequeño y alegre festín, estaba siempre repleto de gente y todo estaba adornado y lleno de música. Todos los años el pino tenía una decoración diferente, con adornos hechos a mano. Tiempo después, mi tío se casó con la madre del niño rubio e hicieron una fiesta en la casa. Tiempo después mi mamá se fue a vivir con ellos a esa misma casa. Y unos años más tarde, de un segundo a otro, mi tío se murió.

Hay una frase en una canción de John Mellencamp – de cuando se llamaba Cougar- que dice “Life goes on, long after the thrill of living is gone”. En castellano no hay una traducción para la palabra thrill. Al menos de las que me gustan a mí, esas perfectas, que no diluyen el significado en una sarta de frases explicativas. Mi traducción para thrill sería algo así como ”la emoción de mariposas en la guata”.

En los últimos días me ha dado vueltas esa frase. Veo a Pedro, pienso en Warnken, en sus mujeres, pienso en la Sole, en la misma Willy y también en la Paola. Supongo que uno no se recupera jamás de un guadañazo a la vida como ese. Por lo que se ve, tampoco hay mucho espacio para pausas. La esperanza que me queda es que, con todo, yo la ví emocionarse con la vida, la ví reirse, bailar y celebrar las cosas buenas que sí tenía. Oh sí, la vida sigue y no es un cliché, sino una verdad del tamaño de un mamut.

Monday, December 24, 2007

Imágenes Retro

Después de varios años de negociaciones, el Feli reactivó el asunto Manquehue. Como nos dieron un permiso para entrar mientras nos aprueban la solicitud, el domingo nos fuimos a pasar el día allá e invitamos a los González. Para el Feli, como para Pablo, el Manquehue es lo que fue el Sport para mí: el lugar donde crecimos. Está lleno de caras, olores y recuerdos de toda la vida. No hay un rincón del club donde no tengamos un flashback a la época en que nos depositaban por la mañana y nos recogían en la tarde, agotados y muertos de hambre. Llenos de moretones por las guerras de toallas mojadas, a veces con una pata torcida en una pichanga o con un tajo descomunal en alguna parte del cuerpo. Sé que la voy a sufrir cuando deje a los niños solos allá, pero lo cierto es que todos sobrevivimos y con cero control.

La semana que pasó hubo un campeonato internacional de hockey. Yo me podía haber esperado que apareciera uno que otro Fantasma, de hecho así fue. Pero no había esperado que los actuales jugadores de la selección chilena fueran, como bien apuntó la Caro, los hermanos más chicos de nuestros amigos o aún peor, los hijos de nuestras amigas más grandes. En qué minuto pasó tanto tiempo. No deja de ser una experiencia surrealista circular por el Manquehue como socia, pero hay algunas cosas que me gustan. Me gusta que esté lleno de caras conocidas y de cosas tradicionales y que nada sea ni muy modernillo ni muy fashion. Me encanta que esté lleno de viejitos chuñuscos haciendo deporte, en shorts y traje de baño y que no haya ese entorno tan Balthus/Santa Martina, joven, ultradelgado, bronceado y exitoso. La gente se pasea por todos lados con sus jarros de medio litro de cerveza y nadie se espanta, pues en el Manquehue no es rasca ser un guatón cervecero. A veces pienso que pasé tanto tiempo ahí, primero con el hockey, luego con JFC y que es divertido que el Feli haya resultado ser socio. Pero hay miles de cosas así con él. Haber sido primo hermano del Ale, ir a Algarrobo toda la vida, ir a la misma iglesia, haber salido con dos de mis amigas sin haberlo yo sabido jamás, haber elegido el mismo postítulo. Nos gusta pensar que estábamos destinados a rondarnos hasta que fuera el tiempo de encontrarnos.

Pero en realidad, lo que más me gusta de todo esto es que mis niños tengan la experiencia de crecer como se crecía antes, con más sol y menos videojuegos. Como crecimos el Feli y yo, entre piscina, deporte y amigos de la vida, obligados a cuidarnos solos y a convivir con personas diferentes, de distintas edades, de distintos orígenes, de diferentes estilos. Ahora todo tiende a una odiosa homogeneidad que sólo genera intolerancia, arribismo y cerradura de mollera. El domingo pasado me saludó un ser que estaba sentado cerca de nosotros, leyendo el diario. De pronto caigo en cuenta que era Franco, que había llevado a sus niñitas a la piscina mientras la Vero estaba galleteando –había olvidado ese verbo- como todas las Navidades. Sacando la cuenta, no lo veía hacía unos 7 años, porque la última vez todavía tenía su melena vikinga hasta la cintura y dice que se lo cortó hace más o menos ese tiempo. Se veía bien, bañándose con sus niñitas, embetunándolas con bloqueador, cambiándoles traje de baño y haciendo todas esas cosas lateras que los papás tenemos que hacer. Pensando que hoy día todos los Atarvanes están separados y algunos dando jugo en una segunda adolescencia (como si la primera no hubiera sido, digamos, intensa), me acordé de cuando íbamos a ver tocar a Franco con su banda en el subterráneo del Eve y de cuando tocaba con Viena. Pensé que no se dedicó a la música y que trabaja en otra cosa nada que ver. Y pensé que algunos dimos vuelta la página y nos pasamos al otro lado. Que tenemos harta pega y poco descanso, más responsabilidades; más demandas, más años, más kilos, menos pelos, pero pensé también que todavía no encuentro a ningún arrepentido, lo cual no puede ser casualidad.

Tuesday, December 11, 2007

Las Sillas Musicales

In the Circle of Life, it's the wheel of fortune.
It's the leap of faith, it's the band of hope. Till we find our place on the path unwinding, in the Circle, the Circle of Life. Some of us fall by the wayside, and some of us soar to the stars. And some of us sail through our troubles, and some have to live with the scars. There's far too much to take in here; more to find than can ever be found. But the sun rolling high, through the sapphire sky, keeps the great and small on the endless round.



Poco después de llegar a la oficina, un socio anunció el nacimiento de la guagua que su mujer esperaba. Con un pequeño detalle: habían nacido dos guaguas. Tulio dice que hoy en día es imposible que nadie haya reparado en su existencia hasta el parto. Posible o no, nació, pero con una malformación cardíaca muy grave. Fue operada a las pocas horas de nacer, con un pronóstico más bien optimista: no sería deportista de elite, pero con las operaciones y tratamientos planificados, tendría una vida cercana a normal. Pero a veces los planes fallan. Uno propone y Dios dispone, diría mi mamá. La Jose me llamó para contarme y yo ni siquiera pude reaccionar. Sentía que no sentía las cosas que decía, como me ocurre siempre que me encuentro frente a algo que tiene un alto potencial destructivo. Una noticia así es siempre terrible, pero golpea todavía más cuando uno tiene 20 semanas de embarazo y es la víspera del día de la ecografía decisiva para saber si la guagua viene bien o mal.


Días atrás me había quedado dando vueltas una frase de la astrónoma chilena que escribió Hijos de las Estrellas. Ella dice que el sentido común no nos sirve para entender el Universo. Hoy pensé que es verdad, porque el sentido común no sirve para entender cosas inmensas. Mucho menos para aceptarlas. Podemos conformarnos con que mueran nuestros abuelos y lograremos lidiar con la muerte de nuestros padres, pero no se supone que un hijo deba morir antes que uno. Es una mierda sin patas ni cabeza. Esta mañana tirité toda la ecografía y me corrieron las lágrimas de alegría de ver a mi guagua bien. Por la tarde también lloré, pero fue muy diferente. Es que de pronto todo se da vuelta, no se entiende nada y para peor, uno siente casi culpa por lo que tiene y verguenza de darlo por sentado tan a menudo y de rogar que no le pase algo siquiera parecido.


Definitivamente, hay algunas cosas en las que es mejor ni pensar; de sólo imaginarlas nos dejan sin dormir. Cuando éramos chicos, las cosas malas les pasaban a los grandes. Pero ahora nosotros somos los grandes. El recreo se terminó. Crecer, avanzar y construir pareja y familia es una actividad de riesgo extremo. Sin seguros ni compensaciones. En otras épocas no tenía raíces ni apegos y nada me importaba realmente mucho. Ahora manejo lento, me cuido, no me expongo; trato de no desaparecer. Rezo para que los que están a mi alrededor y forman mi frágil mundo favorito no desaparezcan frente a mis ojos. Trato de ser una buena persona, aunque no me resulte mucho e intento disfrutar y apreciar lo que recibo y no pensar en lo que no tengo. Pero la verdad es que siempre me quedo con la sensación de que vivir es como jugar permanentemente al juego de las sillas musicales.

Monday, December 10, 2007

La Dinastía Finn

Hay que tener pelotas. Allmusic parte diciendo que el hombre vive y actúa en la extensa sombra de su famoso padre. Ayayai, con esa intro uno teme que Liam Finn sea no mucho más que un Enrique Iglesias – guardando las proporciones a nivel paternal, claro- o, a lo más, un Jakob Dylan. Aunque me gustan mucho los Wallflowers. Yo había visto al pequeño Finn tocando con su padre, pero pensaba que eran humoradas de papá chocho. Y no. Es uno de los músicos que ha acompañado a Crowded House en la gira de Time On Earth este año y tiene disco propio. Se llama “I’ll Be Lightning” y trae 14 canciones. Sin más rodeos, no sólo no defrauda, sino que es muy bueno. Hay que oirlo. Liam Finn es un Finn, así que nadie espere diferencias radicales con su padre y tío. Para eso está Spinetta. Aquí hay un sonido familiar que subyace, pero hay originalidad también y uno nota mano propia. Más allá del universo Finn, a ratos recuerda un poco a Michael Penn y a otros cantautores noventeros y actuales. Y está el toque beatlesco por ahí también. Allmusic le da nada menos que cuatro estrellas y dice, acertadamente, que el don de escribir canciones es raro, pero aquí ha pasado de padre a hijo en una forma que, siendo similar, es igualmente valiosa. Por mi parte, nada más que agregar.