Shower The People

El sábado pasado me llevé a mi manada a Algarrobo. Por la tarde salí a pasear a la Laura en su coche y camino a La Puntilla tuve que pasar entre unos surfistas gozadores que me miraba con cara de “dejemos pasar a la vieja con guagua, ojalá nunca nos suceda algo así”. Pero yo llevaba mi iPod puesto, lo cual es como llevar encima un escudo deflector de esos de Star Wars y además estaba en un estado de felicidad máxima de vagar por la orilla de la playa -mientras en Santiago llovía- mirando el mar gris revuelto y las nubes gordas deslizándose hacia la ciudad. Me senté frente al muelle que queda cerca de la Cofradía, mirando las olas que encrespaban el horizonte y vi pasar a la pareja que me había topado un rato antes. Me entretiene mirar a la gente e inventarles historias. Pero a estos no tuve nada que inventarles. Caminaban conversando y tomando cerveza y bajaron a las rocas. Que me lleve el demonio si lo que vi no fue un primer beso. No hay nada más evidente, fulgurante y romántico que un primer beso en la playa en invierno. Bueno, quizás uno bajo una cascada en una tarde de invierno, no muy lejos de ahí. I see you in the eyes of couples passing by, cantaba Better Than Ezra y yo flotaba entre las nubes gordas recordando mi último primer beso.
Adoro llevarme a mi manada fuera de Santiago. Salir de casa nos obliga a andar todos juntos todo el día, a preparar comida, a protegernos del frío, a colaborar, a resolver conflictos. El estar fuera de casa produce un efecto de grupo que se suele disipar entre las actividades de cada uno cuando estamos en Santiago. Me gusta cuando vamos a Algarrobo y al llegar la noche los niños se envuelven en sus colchitas que yo les hice, y se sientan frente al fuego. Leí el otro día que los seres humanos somos primates bípedos amorosos y que la emoción primaria del hombre es el amor, siendo la máxima expresión de ello la guagua humana: un ser que llega a un entorno amoroso, donde la confianza y el contacto físico y emocional con la mamá y la familia son lo que le permite desarrollarse y conservar la vida. Leí que en el principio, el ser humano como lo conocemos vivía en grupos pequeños, donde todos compartían labores, disfrutaban el estar y hacer cosas juntos y cuidaban a los niños. Y leí que muy probablemente lo humano como lo conocemos haya surgido en torno a una hembra. Tiene todo el sentido del mundo. Es la raja ser mujer.
Adoro llevarme a mi manada fuera de Santiago. Salir de casa nos obliga a andar todos juntos todo el día, a preparar comida, a protegernos del frío, a colaborar, a resolver conflictos. El estar fuera de casa produce un efecto de grupo que se suele disipar entre las actividades de cada uno cuando estamos en Santiago. Me gusta cuando vamos a Algarrobo y al llegar la noche los niños se envuelven en sus colchitas que yo les hice, y se sientan frente al fuego. Leí el otro día que los seres humanos somos primates bípedos amorosos y que la emoción primaria del hombre es el amor, siendo la máxima expresión de ello la guagua humana: un ser que llega a un entorno amoroso, donde la confianza y el contacto físico y emocional con la mamá y la familia son lo que le permite desarrollarse y conservar la vida. Leí que en el principio, el ser humano como lo conocemos vivía en grupos pequeños, donde todos compartían labores, disfrutaban el estar y hacer cosas juntos y cuidaban a los niños. Y leí que muy probablemente lo humano como lo conocemos haya surgido en torno a una hembra. Tiene todo el sentido del mundo. Es la raja ser mujer.