Thursday, July 29, 2010

Rilkean Hearts

En cierta ocasión, pasaron volando unas aves de cuello muy largo.
Era la primera vez que el patito feo veía aves tan hermosas."
Me encantaría ser su amigo", pensó.

Nuestro taller literario es una institución mutante, ameboide y un poco esquizofrénica. Hay de literatura y de pedagogía, hay también de terapia y de catarsis, hay de reto y por sobre todo, hay de conexión y de Amistad. Es un lugar calentito, que huele a cigarro y sabe a vino tinto. A la Meche y a mí la noche que nos tomamos tres botellas entre tres y cada uno compartió cosas que pocas veces habían salido a la luz, se nos ha vuelto inolvidable. Fue la noche en que le dijimos a Alfonso que él era para nosotras como una amiga, pero que eso era un piropo y él nos respondió que no era la primera vez que se lo decían y que sabía bien de lo que hablábamos. Eso es lo que llamo ir haciendo mundos con otros. Mundos amurallados y pintados de colores, en que la exposición de las cosas más profundas, más queridas y a veces más dolidas, es posible, necesaria y apreciada.
Uno cuando es chico se quiere parecer a los otros. La Jime y yo no nos parecíamos mucho a nadie. Nuestras compañeras jugaban al elástico, a las naciones o al luche. Nosotras contactábamos marcianos caminando alrededor de las palmeras del patio o buscábamos nombres raros para las cosas o hacíamos caricaturas y dibujos o inventábamos historias. Y no es que fuéramos tan demasiado diferentes, yo jugaba al elástico y al luche y a las muñecas, juntas vimos Candy y nos enamoramos de Terry, como todas las niñas. Pero siempre hubo eso otro. Cuando vi XMen, sí, qué pop, pero qué, digo que cuando vi XMen, aluciné con la idea de Cerebro, la máquina para detectar mutantes. Pensé que alguien debería ocuparse de construir una máquina para detectar a los de la raza, como nos gustaba llamar a la gente que íbamos encontrando en el camino y que se parecía a nosotras. Porque uno a veces se siente solo. A veces se siente como que, de alguna manera, a uno le sobra ser. Que existe un pedazo de uno que pelea por salir a la luz y hablar su propia lengua; que no se rinde ante nada y que tiene sus mejores momentos en la soledad. Fito lo ha dicho en varias canciones... "y cuando me pierdo en la ciudad, vos ya sabés comprender, es sólo un rato no más... Me fui, me voy de vez en cuando a algún lugar", y tendría que escribir la letra completa de Al Lado del Camino. Estar a un lado del camino, fumando el humo mientras todo pasa, abrir los ojos y estar vivos, vérselas con la resaca. Estar a un lado del camino, mientras el mundo se cae a pedazos. Al lado del camino es más entretenido y más barato.
Rilke me sonaba por ahí en algún lugar del mapa de las letras y, obvio, en la canción de Cocteau Twins, esa maravilla que se llama Rilkean Heart. Ahora me parece un personaje adorable. Un Yoda literario. Cartas a un Joven Poeta es un libro pequeñito, que contiene diez cartas en respuesta a las que por unos años estuvo enviando a Rilke un aspirante a poeta, que también era su fan. Un tipo como cualquiera de nosotros, un alguien que quiere escribir. O que necesita hacerlo. Y que siente, piensa y, especialmente, duda. Casi todas las cartas son breves, pero en ellas se despliegan muchas ideas sobre lo de querer crear. Y sí, amé algunas partes de De Lo Espiritual en el Arte, de Kandinsky, donde se refiere a la creación, a la vida del artista y a la apreciación del arte, pero casi todo el tiempo lo hace desde una perspectiva más cercana a lo intelectual. Rilke, en cambio, lo hace desde otra mirada y por eso se lo lee con el corazón, y no hay nada como leer con el corazón. Lo otro es hacer tareas. El joven poeta le pregunta a Rilke, habiendo ya preguntado a otros antes, si sus versos son buenos. Rilke responde. "Nadie puede aconsejarle, ni ayudarle, nadie. Hay sólo un único medio. Entre en usted mismo. Examine ese fundamento que usted llama escribir; ponga a prueba si extiende sus raíces hasta el lugar más profundo de su corazón; reconozca si se moriría usted si se le privara de escribir. Esto, sobre todo: pregúntese en la hora más silenciosa de su noche: ¿debo escribir? Excave en sí mismo, en busca de una respuesta profunda. Y si esta hubiera de ser de asentimiento, si hubiera usted de enfrentarse a esta grave pregunta con un enérgico y sencillo debo, entonces construya su vida según esa necesidad: su vida, entrando hasta su hora más indiferente y pequeña, debe ser un signo y un testimonio de ese impulso. Entonces, aproxímese a la naturaleza. Entonces, intente, como el primer hombre, decir lo que ve y lo que experimenta y ama y pierde... Por eso, mi distinguido amigo, no sabría darle más consejo que este: entrar en sí mismo y examinar las profundidades de que brota su vida: en ese manantial encontrará usted la respuesta a la pregunta de si debe crear. Tómela como suene, sin interpretaciones. Quizás se haga evidente que usted está llamado a ser artista. Entonces, acepte dentro de sí ese destino, y sopórtelo, con su carga y su grandeza, sin preguntar por la recompensa que pudiera venir de fuera. Pues el creador debe ser un mundo para sí mismo, y encontrarlo todo en sí y en la naturaleza a la que se ha adherido."
Siempre tuve mi mundo propio. Mi mundo de libros, de recortes y fotos, de dibujos, de cosas hechas a mano y de silencio sólo interrumpido por buenas canciones. De él salían las cosas que escribí por tantos años, pensamientos, ideas, pequeños cuentos, hasta poesías y letras de canciones que debería rescatar; imágenes, diálogos. Pero no a todos les gustaba mi mundo y supongo que por eso no me atreví a hacer, y también a no hacer, muchas cosas que me habrían permitido ser más libre mucho antes. Pensábamos con la Carola el otro día, escuchando La Vida De Los Peces, que los padres jamás debieran llevar a sus hijos a dudar de sus propios talentos. Con una guía realista y amorosa, cada uno debiera poder elegir su propio concepto éxito y hacer frente a dificultades o errores. Porque el costo del seguro contra errores es llevar una vida incompleta. El trabajo para recuperar los momentos perdidos es duro, pero siempre rinde frutos, de todos los tipos, de todas las formas. Mi mundo sigue existiendo y hoy tiene más luz que nunca. Adoro visitarlo, muchas veces sola, otras veces invitando a la gente que puede mirarlo y vivirlo sin miedo a lo desconocido ni prejuicios sobre lo inusual. Las cartas de Rilke hablan de muchas cosas que quien quiera atreverse con la creación y con una vida de verdad libre tiene que saber. Hay que leerlas, una vez, tres veces, mil veces; de día y de noche, cuando estamos felices y cuando no también. Son diez pequeños momentos que regalan pistas serias pero amorosas para comprender que aunque nos hubiéramos sentido un poco como el pato feo del cuento, la familia correcta existía. Y que la hemos encontrado en todas esas personas con quienes no nos sobra ni nos falta nada.

Tuesday, July 06, 2010

Candy, Baby

It's a rainy afternoon, 1990. Mientras Bauer está sobre el escenario, cantando Candy en su fiesta de 40 años, que es también la fiesta del Petete Merino y de Ricardo, nuestro viejo amigo Guns, yo me traslado a Cartagena, a una discoteque de mala muerte en la orilla de la playa, donde hicimos la Fiesta del Ombligo. El principio de Candy está medio cortado, suena desde un casette mío, grabado del IPC de alguna de esas noches de domingo. A nadie le importa. A esa hora están todos más que pasados y por otra parte, nadie más la tenía. Al día siguiente Montes y otros visitan la tumba de Huidobro y antes de volver a Santiago pasamos por Santo Domingo y nos sacamos una foto que todavía existe, gracias a la maravillosa costumbre de Ricardo de reportearlo todo y poner las fotos en álbumes. Candy suena ahora tocada por la banda de la que Ricardo es guitarrista y todos cantamos con Bauer, riéndonos, incluídos Fuguet y Valenzuela que están justo detrás mío. Life is crazy. El Petete canta luego Mi Enfermedad, en vez de High and Dry version acústica-Drexler que habia prometido en el matrimonio de Montes. Montes no está, y yo me acuerdo que es quien nos habló de Iggy Pop. Tenía un vinilo de The Velvet Underground debajo del brazo y nos dijo "cabros, hay que buscar a un tal Iggy Pop, el que lo encuentre primero avisa". Un día encontré Brick By Brick en casette. Fusión. Mucha plata para los noventas.

Geez, it's been 20 years. La lluvia golpea en mi ventana y las gotas resbalan por los vidrios dejando líneas entrecortadas. Eddie Vedder canta I'm a lucky man to count in both hands the ones I love, perfecta para caminar bajo la lluvia. Las personas van por la calle con paraguas rotos que me hacen reir. Sin embargo les sirven. Quizás no todo lo que se rompe se vuelve inútil, pienso. Afuera las hojas vuelan a velocidades imposibles y los vidrios de las ventanas se estremecen. Huele a cigarro. Todavía me gusta ese olor, a veces. Rodeo con mis manos una taza de café y luego me como la espuma manchada de caramelo con un tenedor. Se siente dulce, tan dulce. Sin embargo ha oscurecido demasiado pronto. Nada que pueda hacer. Es una tarde de lluvia, 2010. Candy, Candy, Candy, I can't let you go.

You were so fine, Candy. Es la noche de un día bueno. Manejo de vuelta a casa. Bajo los vidrios, mientras comienza Hurts So Good y me pongo a cantar. Chills so good, pienso. Siento lo helado en la cara y las manos solamente, porque llevo puesto el abrigo. En el espejo retrovisor puedo ver la cuidad iluminada, extendiéndose sin fin allá abajo. Pienso en imágenes y palabras del libro que estoy leyendo, "ojos con ciudades enteras adentro" e "iluminación nocturna", cuando me encuentro de frente con la cordillera nevada en la noche. Entonces sucede algo. Una ventana pequeña con forma de arco se abre sobre la cabecera de una cama. Por ella irrumpe un cerro entero, blanco, brillando en la noche. Por ella se escapa un haz de luz amarillento, débil como promesa veinteañera. De un cigarro se desprende un largo cilindro de ceniza. De una boca, un par de argollas de humo. De pronto siento frío. Es hora de cerrar las ventanas.