Tuesday, October 31, 2006

El Odio a La Música

Desde chica colecciono buenas frases. Seguro por eso me fijo tanto en las letras de las canciones. Qué tal esta: “Las orejas no tienen párpados, no podemos no oir”. Desde que la leí en este libro de Pascal Quignard me quedé pegada y ahora cada vez que voy al supermercado o al banco o a todos esos lugares donde uno no elige la música, se me aparece en la cabeza. Especialmente cuando suena una canción con historia. Como pasaba en ese Unimarc que en los 90 tenía una selección de pop insólitamente fino.

El Odio a la Musica es un libro difícil de seguir, pero viene de una eminencia de las letras francesas, como se diría por ahí y es interesante de todas maneras. Uno se adentra en el lado oscuro de la música, no en eso de que la música nos hace bien, all together, tralalá. Todo lo contrario, se trata de cómo la música puede atacar, destruir y aniquilar, especialmente cuando no podemos hacer nada para no oírla. Me pregunté por un buen rato cómo podría ser eso, aún reconociendo que a veces, efectivamente, una canción o una melodía nos puede dejar mal. Pero de ahí a odiar la música... Hasta que para el final, el autor cuenta que en los campos de concentración nazis había orquestas y se tocaba música. Me dieron escalofríos. Cualquiera que tiene un hyperlink de la oreja a la memoria y una epidermis fonosensible sabrá de lo que hablo.

Friday, October 27, 2006

The Boys Of Summer

El otro día escuché Aire en la radio. Aire no la de Mecano, sino una que tocaban en Música Libre. Trampolín a Menta y Limón, que la bailaba el que me gustaba y que hoy pasa todos los días por delante de mi parabrisas para dejar a su hija en el colegio, pues casó con ex compañera de curso con hermana modelo célebre. La vida es divertida, pero ya no me gusta. Algunas mañanas se ve como sucio. Aire es el tipo de canción que uno sólo escucha hoy por hoy en un matrimonio, si tiene buena música. Lo que a su vez me hizo saltar al matrimonio de la Caro y a Este Amor Ya No Se Toca de Yuri. Y me acordé de la última vez que bailé con JFC fuera del tiempo y del espacio. Porque eso fue lo que hicimos luego de que no habiendo hablado por mucho tiempo, se sentara a mi lado y a modo de simple catch-up, haya escupido que hacía un mes lo habían operado y que era cáncer. Yo no le conté a la Caro hasta que volvió de su luna de miel. Pero lloré todo el día siguiente. Hay cosas que dan pena independiente de cómo y dónde y con quién uno esté y nadie puede decir nada. Es como un derecho humano.

Pensé en lo que hablamos con el Tan en un chateo hace varias semanas. El estaba leyendo mi post de los What If y me preguntó quién era JFC. “Fueron buenos tiempos esos”, me dijo. Yo le dije que sí, aunque a veces los sobrevaloraba. El me dijo cómo lo veía desde su perspectiva. Según él, JFC, Cabezón, Sampa y Chola, a.k.a. Los Atarvanes, fueron por un tiempo como el pegamento de nosotros tres como hermanos y que desaparecidos ellos, algo se fue. Nunca lo vi así. Aunque si le doy unas vueltas, creo que puedo entenderlo. Ese verano estábamos los tres en el mismo lugar, una extraña coincidencia, sin dejar de lado que era el lugar de moda. Me acuerdo cuando nos encontrábamos en la playa, era como un sentimiento diferente a lo que ocurría dentro de la casa. Como un lazo que no habíamos sentido antes.

Al principio la Caro estaba indignada por mi affaire con el amigo de su novio. Aunque al final el cuento duró varios años, entre pitos y flautas. Más pitos que flautas. Ella siempre dice que sólo la respeté desde ese momento y porque no me quedaba otra. Pero eso no es tan así. Es verdad que yo no la pescaba mucho de chica y que me gustaba jugar sola más que con ella, pero es que era muy re hincha pelotas y se picaba y pegaba fuerte. Lo que sí ocurrió es que dejé de verla como hermana chica, porque creció ante mis ojos y se convirtió para siempre en mi hermana amiga. Fue ahí que nació lo que tenemos ahora. También el Tan creció ante mis ojos en ese tiempo. Y lo que pasó es que los Atarvanes lo trataban como grande, lo integraban a las conversaciones y hasta lo invitaban a carretear cuando salían solos. ¿Se acuerda, don Bervim? Hubo episodios memorables en La Playa, como la noche del Didi Seven, cuando el Tan salía con doña Just Good Friends.

Creo sí, que hubo un tiempo en que los tres vivimos muy conectados y los Atarvanes fueron claramente una pieza esencial de ese universo, que tuvo un tiempo y un espacio particular y único para todos. Con el paso de los años, cada uno, Atarvanes incluidos, seguimos por nuestra cuenta y armamos nuestras vidas. Quienes los reemplazaron fueron los elegidos para crecer y formar una familia, pues esa vida no podía ser eterna. Lo que no quita que uno pueda recordarla y a veces sentir ganas de vivirla otra vez, especialmente si hay una canción de por medio. Pero no hay que olvidar que al final el tiempo nos ha dado la razón. Salvo por Cabezón. Aunque justamente era Cabezón el que no terminaba de calzar en ese grupo.

Es posible que se haya perdido esa forma de conectarnos que teníamos cuando ellos estaban entre nosotros. Pero yo creo que ahora tenemos una unión mucho más profunda. Nuestros hijos son primos y sus vínculos nos envuelven a nosotros también. Que mis hijos quieran y extrañen a los hijos de mis hermanos es emocionante. Que las niñitas se abracen como locas pese a verse una vez al año o que Pedro haya adorado a primera vista a la Caro no puede ser una pura casualidad. Otra cosa es que hoy nos miramos y nos hablamos como gente grande, con luces y sombras y vidas con escala de grises. Y mal que mal, sabemos que tarde o temprano sólo nos tendremos a nosotros. Podría sonar a pretexto, pero quizás hoy día el vínculo sufra más por la distancia a que estamos y por las pocas instancias que tenemos para juntarnos los tres. Al final hace años que no pasamos una Navidad o un cumpleaños juntos. Si costó mucho rato juntar a los cinco primos para una simple foto. Pienso que sí, que es cierto que ahora somos mucho más células y que aún si nos juntáramos todos no volvería a ser lo mismo. Pero también creo que si viviéramos en la misma ciudad, tendríamos más posibilidades de pasar tiempo los tres y ponernos al día y recobrar en algo eso de cuando teníamos veinte.

Wednesday, October 25, 2006

Florencia

La tarde que salí de Florencia me di cuenta de lo muy ignorante que era. Que me conociera de memoria pinturas de Da Vinci, que supiera de sus inventos y máquinas o que escribía al revés; que supiera que Miguel Angel nació en marzo, que pintó la Sixtina y se mandó La Pietá, el David y el Moisés o que fue la ciudad epicentro del Renacimiento no me sirvió en realidad más que para preparar disertaciones en poco rato cuando estaba en el colegio. Por eso, cuando dejé la ciudad, abatida y con una ensalada de imágenes y datos en la cabeza me prometí aprender de verdad sobre los próceres del Renacimiento y Florencia.

Me he demorado harto, sigo en eso, pero por ejemplo, hace poco me leí “Miguel Angel o La Creación”, una buena biografía por Marcel Brion que da cuenta muy bien de la fuerza arrolladora del tipo para parir las maravillas que trajo al mundo. Y de las circunstancias de su vida. Es triste la vida de Miguel Angel. Su mamá murió cuando era muy niño, fue criado por una nodriza, era feo, desataba envidias terroríficas y nunca se sintió lo suficientemente querido por nadie. Uno empatiza con él y lo va queriendo más a cada página.

Yo visité la Capilla Sixtina y sé que abrí la boca igual que todos los demás turistas que miraban hacia arriba con cara de estar viendo un OVNI. Pero al leer este libro, uno aprecia aún más la maravilla de una obra ejecutada por hombre que se consideraba a sí mismo un escultor y no un pintor. También uno comprende que haya dado esa imagen poderosa y tremendamente masculina al David, totalmente opuesta a las representaciones existentes hasta ese momento, que oscilaban entre lo infantil y lo afeminado. Y da pena enterarse que el Moisés era sólo una de las varias estatuas que tendría un mausoleo apoteósico para Julio II, su mejor enemigo, que nunca llegó a construirse por peleas políticas. Otra cosa que aprendí es que Miguel Angel fue también arquitecto militar. Y que resolvió el problema de la cúpula gigante de la Basílica de San Pedro, esa que todos conocemos, que se le había ido en collera a varios otros constructores.

Brion habla con respeto y delicadeza, casi con cariño, de los amores de Miguel Angel. Porque todo indica que en su inclinación hacia la belleza en sí misma, no parecía tener una preferencia en cuanto a género. Y da cuenta de su angustia y su sensación de culpa originada sin duda por la educación católica que recibió de niño.

Al leer este libro, uno llega a confirmar que al final, detrás de cada gran hombre no siempre hay una gran mujer. Pero sí un gran ego. Y si bien tanto llevar dentro, como convivir desde fuera con un gran ego puede ser difícil e incluso imposible, quizás nada de lo que esos hombres nos dejaron en la Tierra a cambio de su inmortalidad existiría si no fuera, precisamente, por ese ego gigante y en tantos casos oscuro y retorcido.

Friday, October 20, 2006

Mananización

La Caro había ido a jugar un campeonato de hockey a Venezuela y llegó con dos casettes. Blood Sugar Sex Magic, que fue lo primero que escuché de RHCP y me pareció la música más extraña del universo. El otro era de Maná. Odio, detesto y aborrezco a Maná, sin embargo en ese tiempo me gustó Rayando El Sol. Me llegaba esa frase “te tengo atrapada entre mi piel y mi alma”. Aunque ahora me suena a línea de Arjona. Y me pregunto por qué tanto odio, si no suele pasarme. Si una banda o solista no me engancha, simplemente no existen, pasan derechito a mi Hall of Indiference. Pero Maná, Maná es otra cosa. Maná me revuelve el celebro, como dice la Magda cuando algo la repudre.

Habiendo visto anoche los premios MTV, que sí, son sólo los premios MTV y OK, era México, es un insulto a la oreja universal que Maná se lleve premios como Mejor Artista Rock y Leyenda. Pero creo que ya sé de dónde viene el rechazo. Ahora que he estado leyendo sobre las asociaciones y primeras impresiones, incluyendo la música y las canciones de radio, entiendo. Entre paréntesis, lean “Blink” a.k.a. “Inteligencia Intuitiva: Por qué sabemos la verdad en dos segundos”. Pop, light e ilustrativo. Mi problema con Maná es que 1) Me repudren sus letras, son baratas, farsantes y pobres. 2) Odio su actitud de banda Más Grande Que La Vida. 3) Odio a los rockstars que se toman a sí mismos tan en serio y que pretenden salvar al mundo. 4) No me gusta la “incorrección” políticamente correcta. 5) No me gusta la chulería sin clase. Aunque suene contradictorio. Por lo demás, no hay espacio para dos Bonos y Maná no es el U2 latino y tampoco necesitamos uno.

Lo mejor fue Kudai, qué top, qué bien, qué tapaboca, señores. Idolos. Presentando a Robbie, toma. Igual hay que rezar para que Kudai no se nos Mananice en algún momento, así como La Oreja de Van Gogh ha pretendido "oscurecerse", porque definitivamente, cuando el pop se pone alas para salvar al mundo es cuando la cosa se va a pique. El otro día pensaba que conozco todas esas canciones de Manuel Alejandro y me emociono con las de Juan Carlos Calderón porque cuando éramos chicos, los papás gobernaban la radio y esa era la música del auto. En mi pequeña familia y acorde con los tiempos, la cuestión es democrática. Cada uno tiene su radio favorita y las escuchamos todas. Y si no fuera porque nos turnamos para poner los discos de cada uno, a mi no me gustaría la Julieta Venegas ni el mismísimo Kudai. Y ahora ando pegada con We're All In This Together de High School Musical, que no presume de ser más que música de una película Disney y por eso me gusta.

Monday, October 16, 2006

La Gran V

Hace unos días me acordé de la conversación que tuve con la Claudia en Algarrobo este verano. La Claudia es una prima del Feli que tiene dos matrimonios con sendos pasteles y cuatro hijos entre los 20 y los 4, incluyendo novicia en convento de clausura y vagoneta ex estudiante de derecho. Ella me contó que cuando finalmente el niño soltó la pepa de que se había echado todos los ramos posibles, había decidido darle la oportunidad de buscar su vocación a cambio de que trabajara por un tiempo. A mí eso me sonó más bien a premio. Derecho es una carrera fácil, si no la más fácil de las carreras "top". No hay que dar pruebas especiales, no hay que ser ningún genio, ni siquiera es necesario ir a clases. Basta con poder entender lo que se lee y ser disciplinado. Pero es bien entendible que a alguien no le guste. Por otro lado, qué decirle a la Claudia respecto de cómo manejar a su hijo, más aún siendo ella profesora. Aunque solemos guatear con lo propio. Es que yo lo veía así: el cabro seguiría llegando a casa, encontrando comida y cama hecha, ropita limpia y olorosita y además ahora iba a tener su propia plata. Lo único que recuerdo haberle dicho a la Claudia fue si acaso realmente creía que un niño de 20 años podía saber cuál era su vocación. Que no es lo mismo que saber para qué uno sirve o lo que tiene que hacer. Ella no supo qué decirme. Yo pensé que a los 18 sabía lo que "tenía" que hacer, aunque ni idea de lo que era mi vocación.

El otro día almorcé con la Denise y Jofré. Jofré está planeando la retirada, tiene una novia francesa y piensa irse a estudiar un MBA a España, probablemente, con una sola cosa clara: quedarse allá y no trabajar más de abogado. La Deni, según ella en midlife crisis, cuenta los años para que el Titi se forre y pueda dejar de trabajar, al menos como abogado. Yo pensé que de todos modos, si uno mira alrededor, no ve mucha gente trabaje en algo que les guste. Menos en lo que es su vocación. Veamos, los curas, las monjas, si es que, en estos tiempos y los médicos, que no valen porque son extraterrestres. Comparada con mis amigos, yo me siento en otro carro. Con ascensos y descensos, euforia e indiferencia, más amor y odio, todo bien cíclico, en la última línea no me quejo. Igual mientras caminaba de vuelta a la oficina ese día pensé en lo de la vocación. Me acordé de cuando estaba en cuarto medio y no sabía qué estudiar. Venía la PAA y el Angel Gabriel no me visitaba. El test vocacional no ayudó mucho, porque la conclusión fue algo así como que servía para casi todo, salvo carreras de como medicina o enfermería. Y pensar que había estado en el Científico, abriendo ratas iguales a Pinky y soltando gatos condenados a muerte en el laboratorio.

Lo terrible es que ahora soy mamá y en unos años más tendré que guiar a mis hijos en lo de qué hacer con sus vidas, incluyendo cómo ganarse la vida. No sé cómo diablos se hace eso. Me da terror pensar en ayudar a alguien a tomar una decisión correcta en un mundo en que no hay decisiones correctas, sino sólo personas y sus circunstancias. Tampoco sé cómo se logra no traspasarles nuestros fantasmas, demonios y razones para decidir lo que decidimos a nuestro tiempo, siendo que su tiempo será otro. Mirando atrás, quizás sea posible, creyendo de verdad en ellos como hijos. Y en nosotros como padres. De cualquier manera, no creo que uno esté obligado a conocer su vocación a los 18. Tampoco me parece posible exigirle a un hijo que la conozca en ese momento. En cambio sí creo que ellos tienen que tomar ciertas responsabilidades en su vida. No se trata de agobiarlos, pero yo creo que como padres estamos obligados a transmitirles ese mensaje, sin confundirlos o hacerles pensar que no importa. No creo que sea bueno alentar la eternamente auspiciada road movie life. Al menos si uno no les va a dejar una comuna de Santiago como herencia. La vida es de verdad y es linda, pero es dura y es rápida y no creo que haya mucho tiempo para que un niño pueda vagar en busca de su vocación para decidir qué hacer en la vida y cómo pagar sus cuentas. Y puede que me equivoque, pero siento que el asunto de la vocación está medio sobrevalorado por estos días. Incluso creo que tiene que ver con el fenómeno marsupial de moda, la Generación Canguro, en jerga de Revista Ya o Paula. Los padres se quejan, pero no creo que sea solamente culpa del chancho. Del canguro en este caso. Como sea, yo no quiero eso para mis hijos. Tampoco para mí, así que supongo que aplicaré la técnica de las siempre sabias madres animales: el Gruñido Cariñoso. Espero poder hacerlo. Por mi parte, sigo en busca de mi vocación. De hecho me estuve preguntando si acaso se puede tener más de una. El otro día pensaba en la ducha, mi segundo templo de meditación luego del auto, que lo que realmente me gusta hacer y para lo que me siento llamada, que al final eso significa la famosa palabra, es para una combinación de jardinería, con handcrafting de todo tipo, más lectura y ganas de aprender. El problema es que a eso se dedicaban los monjes medievales. Y lo de monja, claramente, no es lo mío.

Friday, October 13, 2006

Oscar The Grouch



Elmo es exquisito. Cookie es notable. Pero Oscar es insuperable.

Dice Wikipedia que "Oscar is known as "The Grouch" because of his typically grouchy moods, which tend to be on the whiney side although he can also be very clever.

"Oscar the Grouch" has been a proverbial term for somebody who acquires many hand-me-downs from people who are getting rid of them. O sea, un Ropavejero cualquiera.

See for yourselves, algunas de las mejores frases de Oscar:
  • "Go Away and LEAVE ME ALONE!!"
  • "Hey, (character) why are you so happy?" (talking to a happy person)
  • (When someone is angry)"Hey don't stop now, you're just getting to the good parts!"--during an argument.
  • "And Stay Away From My Trashcan"--Said by Oscar after someone leaves Oscar's trashcan.
  • "Don't Mention It, ..and Go Away"--said by Oscar when he does somebody a favor.
  • "Have a rotten day!"

Oscar es un gruñón incurable, se enoja como niño pero es vivo, grita y alega y para colmo adora el cachureo y la basura. Está como para niño símbolo de este Blog, de hecho. En todo caso, cualquier semejanza con personas vivas o muertas es mera coincidencia.